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'Caza al francés' en Beirut

Los periodistas de Francia se han convertido en objetivo preferente de los extremistas islámicos

El Gobierno de París esperaba que, en vísperas de elecciones, la organización Yihad Islámica, autora del apresamiento de franceses en Beirut y que se atribuye la ejecución del sociólogo de la misma nacionalidad Michel Seurat, incrementase la presión para lograr que sus exigencias (liberación de un comando encarcelado en Francia) fuesen satisfechas. Pero lo sucedido en los últimos 10 días supera todas las previsiones, hasta el punto de que el emisario francés, el doctor Razah. Raad, se vio obligado a regresar precipitadamente a Líbano para llevar a cabo, según sus propias palabras, "la última negociación".

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La caza al francés en Beirut ha llegado a extremos tales que, a veces, los taxis colectivos que recorren los suburbios shiíes de la capital con pasajeros de aspecto extranjero son detenidos por milicianos armados que les piden la documentación y sólo les permiten proseguir su ruta cuando comprueban que en sus pasaportes o permisos de residencia no figura la mención franzaui (francés, en árabe).Acudidos en gran número a la capital libanesa, los periodistas franceses son sometidos a una sesión fotográfica por parte de los reporteros gráficos, deseosos de archivar su retrato por si desapareciesen, y en sus desplazamientos multiplican las precauciones evitando circular por los barrios shiíes. "De todas formas", comentaba escéptico Pierre Serrat, ex corresponsal de Antenne 2 en El Cairo, que sustituye con un nuevo equipo a los cuatro secuestrados de su misma cadena televisiva, "por muy prudentes que seamos, trabajar en esta ciudad es como jugar a la ruleta rusa: todo puede suceder".

Aunque Yihad Islámica haya desmentido tajantemente "cualquier relación con el reciente secuestro de cuatro periodistas franceses" de la televisión Antenne 2, para la Embajada de Francia en Líbano no caben dudas de que sus protagonistas forman parte de esa "inextricable nebulosa" del Hezbollah (Partido de Dios), instigador de los secuestros, y que sus autores han querido, al capturarles, respaldar a su manera las reivindicaciones de sus correligionarios.

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Todo es imprevisible y lo peor es de temer cuando Yihad Islámica está decidida a lograr, en los últimos días de campaña o durante la transición poselectoral francesa, lo que no ha podido obtener desde hace un año: la puesta en libertad de los cinco miembros del comando que en 1980 intentó en vano asesinar en París al ex jefe de Gobierno iraní Chapur Bajtiar.

A diferencia de los miembros del grupo terrorista de Abu Nidal expulsados en febrero de Francia, en virtud de una disposición que permite a las autoridades adoptar esta medida cuando los reos han cumplido la mitad de su condena, ninguno de los integrantes del comando había permanecido el tiempo suficiente en las prisiones francesas como para que les pudiera ser aplicada semejante decisión.

París podría reducir mediante un procedimiento administrativo la condena de cuatro de los frustrados asesinos, mientras su jefe, Anis Naccache, sería puesto en libertad por motivos de salud antes de ser enviado al país que desease, probablemente Irán.

La República islámica iraní aparece siempre en un segundo plano, a pesar de que Teherán se ha negado públicamente a recibir a un emisario francés en un intento de evitar ser abiertamente vinculada con los sucesos de Beirut, aunque más tarde acogió con discreción a Eric Rouleau, embajador político de Francia en Túnez. Pero, gracias a las acciones llevadas a cabo por sus simpatizantes en Líbano, el Gobierno francés ha aceptado, desde principios de enero, negociar a fondo las condiciones de devolución de un préstamo de 1.000 millones de dólares hecho por el difunto sha a Eurodif, un consorcio predominantemente francés para el enriquecimiento del uranio.

El régimen islámico también pidió a París que cesase sus ventas de armas a Irak, una solicitud a la que el Gabinete francés proyectaba contestar con una contraoferta: suministrar ciertas cantidades de material bélico a Irán.

Algunos diarios árabes del golfo Pérsico aseguran que el Ejército islámico ha recibido, por primera vez desde el inicio de la contienda, armamento francés y un rotativo de Normandía reveló cómo un barco cargado con municiones zarpó de Cherburgo rumbo a Bander-Abas. La noticia fue desmentida, aunque se ha abierto una investigación.

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