La oposición liberal arrolla en las elecciones generales de Colombia
La oposición liberal ha ganado abiertamente las elecciones generales del pasado domingo en Colombia -legislativas, departamentales y municipales-, y ha superado en votos populares el total de los obtenidos por las tres fuerzas políticas que la siguen: conservadores, Nuevo Libendismo y Unión Patriótica. Los comicios se celebraron en completa y hasta insólita normalidad.
Nadie alberga dudas en Colombia de que tras las elecciones presidenciales del próximo 25 de mayo, un político liberal sustituirá al conservador Belisario Betancur -que no puede ser reelegido- en el palacio del Gobierno. Dentro de esta etapa, del bipartidismo colombiano, los conservadores parecen haber agotado su ciclo, fracasados en uno de sus proyectos de mayor aliento: la paz con las guerrillas tras 40 años de guerra civil.A las once de la mañana de ayer (cinco de la tarde, hora peninsular española), y escrutado el 70% de los sufragios para el Senado y la Cámara de Representantes, el Partido Liberal sumaba ya 2.634.343 votos (43,5%), frente a 1.758.418 votos de los conservadores (37,2%).
El Nuevo Liberalismo, escisión por la izquierda del liberalismo oficial, estaba obteniendo a la misma hora sólo 372.112 votos (7%), y la Unión Patriótica (comunistas), 72.901 (1,3%). La abstención se cifraba etre un 45% y un 50%, dato que no resulta precisamente un desastre político dentro de los baremos de las elecciones colombianas.
Los números están echados, y los liberales ganarán, tal como están las cosas, las presidenciales de mayo. Lo que no está claro es quién será el candidato liberal en los próximos e inmediatos comicios. Virgilio Barco Vargas, de 65 años, ingeniero civil por el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, Boston), varias veces ministro, ex alcalde de Bogotá y director del Banco Mundial entre 1968 y 1974, ex embajador en Estados Unidos, es el candidato presidencial del partido opositor, atiborrado de títulos, honores, dignidades, demostrada capacidad gerencial, conocimientos macroeconómicos, experiencia internacional, amistades y contactos y talento reconocido: el candidato ideal.
Su talón de Aquiles está fracturado por una escandalosa -para un político- incapacidad para expresarse en público. Lo que a todas luces es una timidez de caballo fruto de un estricto rigor intelectual le despeña por las simas del tartamudeo mental en una nación de oradores.
Tan es así que una fuerte corriente liberal pretende que renuncie a su candidatura en favor de Alfonso López Michelsen (presidente entre 1974 y 1978), quien se estima que podría representar un mejor papel en la futura Administración de los liberales. Se tiene realmente temor a este brillante y frío alumno del MIT dirigiendo la apasionada política colombiana.
Un triunfo moral
El conservadurismo y su candidato, Alvaro Gómez, de 69 años, hijo del ex presidente del mismo nombre, abogado y periodista, sólo han aspirado a una jornada electoral en paz en el convencimiento de su inevitable derrota a ejecutar dentro de dos meses. Los conservadores y la alteza moral de Betancur pretendieron unas elecciones libres y pacíficas, y lo han logrado. Éste es su triunfo. Además han conseguido pequeñas victorias en concejos que hasta ahora les eran hostiles.El Nuevo Liberalismo, del legítimamente ambicioso e incombustible Luis Carlos Galán Sarmiento, de 42 años, niño terrible del liberalismo oficialista, ministro de Educación de Misael Pastrana a los 27 años, -tuvo que firmarse su título de abogado-, embajador en Italia a los 28, senador a los 35, jefe de su propio partido a los 37, candidato presidencial por primera vez a los 39, reputado periodista, se queda donde estaba.
El Nuevo Liberalismo, al igual que la comunista Unión Patriótica, se ha mostrado incapaz de romper el bipartidismo colombiano, pero Galán y su liberalismo de izquierdas se mantienen incólumes en los mismos niveles de votación de las presidenciales de 1982 y de las municipales que se llevaron a cabo en 1984. Ni avanzan ni retroceden, síntoma preocupante para un partido nuevo, pero resultaría prematura darle de baja en el censo político colombiano.
Acción guerrillera
Por lo demás, algún tiro se ha disparado en Colombia el pasado domingo, faltaría más; pero destacar los titulares de periódicos sería faltar a la objetividad. Los hechos más graves acontecieron en Córdoba, en el noroeste atlántico del pais. El registrador electoral del corregimiento de Cintura, con cuatro urnas debajo de los brazos y escoltado a bordo de un camión militar, fue asaltado en el camino por una partida de 50 guerrilleros del Ejército Popular de Liberación que dieron muerte a nueve uniformados, entre ellos un suboficial. El registrador de Cintura perdió, lógicamente, sus urnas, pero salvó la piel internándose a la carrera entre la maleza.Pese al dolor por estas muertes humanas y las derivadas de otras peleas de borrachos -hay que vivir en América del Sur para aprender a violar la ley seca-, nada de nada y tranquilidad sobre tranquilidad. La guerrilla, por convencimiento o necesidad, respetó exquisitamente los comicios.
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