Policía Municipal
Como miles de compañeros, el pasado 21 de enero participé, en acto de servicio, en la organización municipal del homenaje -póstumo a nuestro querido y respetado alcalde, don Enrique Tierno Galván. En el transcurso del servicio tuve la grata ocasión de saludar al redactor de su diario Javier Valenzuela, a quien conozco por razón de mi actividad sindical.Ya que mi presencia en tales actos fue de estricto carácter profesional, fui el primer sorprendido al leer en EL PAÍS del día siguiente que -entre otros- se me ponía como ejemplo del trabajo realizado por la Policía Municipal. No obstante, no alcancé a dar mayor importancia al asunto, y más cuando numerosos compañeros encontraron positivo que a través de uno se resaltara la labor de los agentes de base del cuerpo.
Pero el 16 de febrero, también a través de EL PAÍS, he conocido parte del contenido de la carta que les fue enviada por el inspector jefe de la Policía Municipal de Madrid, a la que se hacía referencia en la sección dominical de El Ombudsman. Al parecer, el señor Lobo, erigiéndose en portavoz del colectivo, expresa su malestar por el enfoque de la información publicada por Javier Valenzuela, y públicamente se permite poner mi profesionalidad en entredicho.
Hasta ahora había optado por la decisión más económica, que es la de no malgastar el tiempo en contestar tales razonamientos, que se descalifican por sí mismos, como, descalifican a quien los maneja. Pero en esta ocasión, cuando además de erigirse ilegítimamente en portavoz de un colectivo al que sólo ha logrado infundir temor, se permite poner públicamente mi profesionalidad en cuestión, me veo obligado a puntualizar:
1. Que es una opinión absolutamente subjetiva del señor Lobo, que en todo caso podría extenderse a sus allegados, el que haya causado malestar en el cuerpo que se haya puesto como ejemplo de dedicación profesional a un policía sindicalista.
2. Que, indudablemente, entre los más de 4.000 agentes que componen el cuerpo en Madrid habrá muchos que puedan superar mi dedicación y calidad profesional. Pero que no es menos cierto que las manifestaciones vertidas por el señor Lobo no obedecen a esa realidad, sino a su peculiar concepción castrense de la policía, por la que está rotundamente convencido de que "un buen policía jamás puede ser sindicalista". Y más si el sindicalista en cuestión rechaza el acceso de los militares a la función policial de forma pública y notoria.
3. Que en mi historial no figura ni una sola nota desfavorable con razón de mi intervención profesional, y sí, en cambio, una felicitación del señor alcalde-presidente, así como la superación de varios cursos de especialización profesional, alguno de ellos realizado voluntariamente fuera de horas de servicio.
4. Que no deseo hacer pública mi opinión sobre la profesionalidad del señor Lobo, pero sí quiero señalar que ésta coincide, en líneas generales, con la que tenía el difunto alcalde y con la que tiene el 90% de la Policía Municipal de Madrid-
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