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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio en Filipinas

LO QUE parecía imposible hace unas semanas se ha producido: a partir de unas elecciones convocadas por Ferdinand Marcos para consolidar su poder, el tirano ha tenido que abandonar el país, y Filipinas tiene hoy una presidenta, Corazón Aquino, elegida por la mayoría de los electores. En pocos días, y con pocos derramamientos de sangre, el régimen de Marcos, con su poderoso aparato policiaco y militar, se ha derrumbado. Filipinas se abre así a una de las revoluciones populares y pacíficas más impresionantes, de las últimas décadas, con una presencia determinante, en las calles y frente a las unidades militares que siguieron apoyando a Marcos, de cientos de miles de hombres y mujeres, solidarios con la alternativa política. Conocida la actitud del dictador, no era suficiente el triunfo electoral frente a un Marcos resuelto a cometer todas las trampas. Efectivamente, éste llegó a proclamarse presidente, para un nuevo plazo de siete años ante un Parlamento obediente, y la misma Administración norteamericana tardó incluso en reconocer la fraudulenta elección. ¿Qué razones, por tanto, han preparado y decidido el desenlace actual?Para entenderlo hay que remontarse al hecho decisivo del asesinato de Benigno Aquino a su regreso de Estados Unidos, en agosto de 1983. Si Marcos creyó que con ese crimen aterrorizaría a la oposición, su efecto fue exactamente el contrario: cerca de dos millones de personas acudieron al entierro de Aquino. Y diversos factores empezaron desde entonces a influir sobre la realidad. En primer lugar, el crecimiento de un gigantesco movimiento popular que, por encima de importantes diferencias políticas y sociales, se planteó como objetivo poner fin al poder de Marcos mediante la candidatura electoral única Corazón Aquino-Salvador Laurel.

La Iglesia, nutrida de sectores del clero próximos a la miseria popular, y cuyo peso es esencial en un país con un 85% de católicos, adoptó una actitud crecientemente escorada hacia el lado de la oposición. Y se formó así una voluntad política de masas, movilizadas para las elecciones y con un objetivo más allá: imponer el respeto de la verdad de las urnas.

Los fenómenos de descomposición en el seno del Ejército, el alejamiento de Marcos de influyentes grupos enippcsariales y financieros que le habían considerado durante tiempo como un Gobierno útil para sus intereses, se desarrollaron junto al auge de la oposición popular. Sin la convergencia de estos factores, la caída de Marcos, o bien no se habría producido o bien habría provocado una guerra civil. A este efecto, no es casual que algunos de los principales miembros del Gobierno que acaba de constituir Corazón Aquino se separaran de Marcos después del crimen de agosto de 1981 Cuando el general Ramos y el ministro Enrile, decidieron pasar al campo democrático, el efecto fue ya decisivo para dividir al Ejército, pero sin un largo proceso de descontento entre muchos militares el resultado no hubiese sido el mismo.

En cuanto a la actitud del Gobierno de EE UU, todo indica que, contrariamente al caso de Haití, tardó mucho y tuvo serias dificultades para decidirse. Al fin ha prevalecido la actitud más razonable y parecen haberse creado ya condiciones para que entre el nuevo régimen, presidido por Corazón Aquino, y EE UU se puedan establecer relaciones de cooperación política y económica.

Por su parte, Corazón Aquino se ha revelado como una personalidad política extraordinaria. Ahora tiene, sin embargo, que hacer frente a problemas de una notable complejidad. Además de afrontar un país en la bancarrota y presa de una miseria aterradora, ha de lograr previamente la pacificación interior. En Filipinas existen unas guerrillas comunistas, en las que lucharon contra Marcos más de una decena de miles de personas y con la que será imprescindible contar.

La nueva presidenta encarna, sin duda, una profunda esperanza democrática, pero está acompañada de personalidades que han gobernado hasta hace poco con Marcos. Contradicciones reales de un momento histórico, en el que se inicia el esfuerzo de una nueva y difícil etapa. El saludo de la democracia española a esta inauguración democrática en Filipinas ha de ser entrañable y traducirse a la vez en una inteligente política de gobierno.

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