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Reagan convierte su viaje a Granada en una lección para los sandinistas

Francisco G. Basterra

La segunda liberación de Granada sólo ha sido retórica. Pero Ronald Reagan, por encima del valor propagandístico de la visita de cara a la opinión pública norteamericana y al Congreso en su batalla por conseguir apoyo para la contra, ha dejado bien claro aquí que continúa dispuesto también a liberar a Nicaragua, como hizo, con un mínimo costo y un gran beneficio político, con esta pequeña isla caribeña en 1983.

Posiblemente no sea necesario repetir la experiencia. Fidel Castro, tras la invasión de Granada, comprendió el mensaje y admitió lo difícil que le sería acudir en ayuda de los sandinistas. Pero, por si acaso, Reagan volvió a reiterar en Granada que el hemisferio tiene que vivir en democracia y EE UU no descansará hasta conseguirlo.Los regímenes izquierdistas que se presentan como progresistas en la región sólo son una tapadera del marxismo soviético-cubano y son incompatibles con Estados Unidos. Esta es la tesis contenida en el folleto Lecciones de Granada, publicado por el Departamento de Estado con motivo del viaje presidencial a la isla. El mar Caribe es norteamericano y Washington no tolerará un grado más de influencia que el logrado hasta ahora en la región por la URSS y Cuba. Es la segunda lección que Reagan ha querido dar con su visita.

Por si alguien dudara del carácter de patio trasero de esta zona para EE UU, el portahelicópteros Guam, que fue el buque insignia en la invasión de la isla, fue situado el jueves a dos millas del puerto de Saint George's. Para señalar la estrecha conexión entre la diplomacia y la fuerza militar, el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, acompañó a Reagan en el viaje. El Guam sólo abandonó su indiscreta presencia cuando el avión presidencial, Air Force One, despegó del aeropuerto de Punta Salinas. Horas antes, bajo un sol de justicia y un ambiente de carnaval, Reagan afirmaba ante la mitad de la población de la isla que la libertad y el progreso económico, a través de la libre iniciativa privada, son las dos caras de una misma moneda. "Ya es hora de que EE UU y las, naciones del Caribe demostremos a Castro y a su banda cómo se hace".

Héroe nacional

La popularidad de Reagan, ya en las cotas más altas alcanzadas nunca por un presidente, se verá reforzada por el viaje relámpago a Granada. La simpatía despertada por su persona y su recibimiento como liberador, al igual que McArthur en Filipinas, quedó reflejada cuando el primer ministro, Herbert Blaize, le presentó a la multitud como el "gran héroe nacional". El aplauso más largo de la jornada confirmó lo justo de esa calificación. Preguntado Reagan por un periodista norteamericano si se sentía realmente un héroe, respondió: "Yo no disparé un solo tiro en la liberación".La Administración Reagan vive un período de euforia por la progresiva democratización del continente americano. Y los hechos parecen darle la razón. Desde que este presidente tomó posesión de su cargo hace cinco años, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Guatemala, Honduras y El Salvador se han convertido en democracias. El Departamento de Estado tiene ahora fija la mirada en Chile. La caída de Pinochet coronaría triunfalmente la visión del presidente más conservador y visceralmente anticomunista de este siglo.

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