La baja del petróleo, zarpazo a los planes de desarrollo de la URSS
Ni el tirón reanimador provocado por Yuri Andropov se ha repetido, ni las intenciones de mejorar el abastecimiento de la población se notan a principios de 1986 en la economía soviética, cuyos planes de modernización pueden verse afectados por las dificultades de extracción y bajos precios del petróleo, principal fuente de divisas. La Unión Soviética, el mayor productor mundial de petróleo, obtiene aproximadamente el 60% de sus divisas de las exportaciones de crudo. La rápida caída de los precios, en opinión de expertos económicos occidentales, puede hacer disminuir los ingresos por ventas de crudo en un 30% o 40%. Ello repercutiría en una disminución del comercio con Occidente, estancado en 1985, y en las importaciones de tecnología y proyectos de construcción de maquinaria, que se consideran prioritarios en las líneas de desarrollo trazadas hasta finales de siglo.
Según las cifras oficiales corres pondientes al pasado mes de enero, la producción de petróleo, que el plan situaba en 1,6 millones de barriles diarios, fue de 1,56 millones de barriles. En 1986, el plan, fijado en 617 millones de toneladas, prevé la inversión de la ten dencia negativa que se inició en noviembre de 1983. En 1985 la extracción fue de 595 millones de toneladas.La venta de oro y la salida a los mercados financieros occidentales en busca de créditos son las dos vías apuntadas por los expertos económicos occidentales para compensar el descenso de los ingresos y mantener los planes de desarrolló, considerados factibles para el quinquenio 1986-1990 y ambiciosos para el período que queda hasta finales de siglo, sin disminuir el nivel de vida.
Entre los males de que adolece la extracción de crudo, concentra da en gran parte en los Campos de Siberia occidental, castigados por una dura Climatología, está el envejecimiento de la tecnología y un sistema de pago que premia los metros de pozo perforados y no la cantidad de petróleo extraída.
En enero de 1986 ninguna rama de la industria soviética logró cumplir los contratos, un punto de importancia capital en el experimento económico introducido en 1984, que ha perdido en los últimos tiempos su retórica triunfalista. El incumplimiento de los con tratos, que los economistas más reformistas conciben como una sustitución del plan directivo, supone un encadenamiento de demoras en el cumplimiento de los planes que están interrelacionados entre sí.
Estancamiento económico
Ni la producción de tela, ni la de calzado, o la de frigoríficos, cumplieron sus planes en los primeros días de febrero. Mejores resultados se obtuvieron en la productividad laboral, que en enero fue un 5,6% más alta que la del mismo mes del año anterior.
El plan previsto para 1986 fija un 4,1% de incremento en la productividad, factor en el que se carga prácticamente todo el peso del aumento de la producción industrial.
Fuentes económicas occidentales dudan de la probabilidad de un rápido incremento en el nivel de vida de los soviéticos. Señalan que las previsiones para el aumento de los ingresos reales per cápita previstos para el quinquenio 1986-1990 están entre el 2,5% y el 2,9%, un margen inferior al previsto para la inversión de capital, que en el mismo quinquenio debe crecer entre un 3,4% y un 3,9%.
Una eventual disminución de las importaciones de Occidente en 1986, que economistas occidentales piensan que podrían alcanzar un 15%, está sólo indirectamente ligada con el aumento del consumo, que se apoya sobre todo en un mejor aprovechamiento de las capacidades existentes in situ.
En un artículo publicado en la revista Novi Mir, el economista Vasili Seliunin revelaba que la industria soviética produce cada vez más para los almacenes y menos, para el consumo, y señalaba que las reservas de las empresas soviéticas crecen tres veces más deprisa que la producción para el mercado.
El plan y las necesidades no van juntos. Los planificadores exigen a las empresas que hagan suspedidos en primavera. El plan sólo llega en otoño y no necesariamente tiene por qué coincidir con los proyectos de las empresas.
Para curarse en salud, las empresas piden más de lo que necesitan. Ello se hace extensivo a la mano de obra. Vladimir Kostakov calificaba como "grave mal" el envío forzoso de trabajadores de la industria y los servicios a trabajos de emergencia, tales como las tareas agrícolas.
Vagas alternativas
Kostakov calculaba que unas 800.000 personas son mantenidas en las empresas sólo para salir al paso de reclutamientos que impidan cumplir los planes.
La alternativa económica formulada por el equipo en el poder ha sido hasta ahora vaga. La discusión en la cumbre entre partidarios de métodos administrativos y policiales y quienes ponen más énfasis en los modelos económicos -entre estos últimos el Instituto Central de Economía y Matemáticas (ZEMI), que dirige el académico Nikolai Fedorenko- se refleja parcialmente en la Prensa de Moscú.
La Administración ha emprendido una reestructuración de plantillas que pone a miles de funcionarios en la calle y les obliga a buscarse otro trabajo, a reciclarse, en otra profesión o a cambiar de lugar de residencia.
Las primas, salariales para zonas duras, como Siberia y el Lejano Oriente, han sido incrementadas y se han introducido en regiones que hasta ahora no las tenían. La reestructuración comenzó con la fusión, en noviembre pasado, de cinco ministerios agrícolas.
El término "reforma económica" se evita cuidadosamente, ya que evoca la que emprendió a mediados de los sesenta el Gobierno de Kosiguin, abortada ante el miedo a la pérdida de control político.
El economista de Novosibirsk, Abel Agambegian, que aparecía en los últimos años como un abanderado de la modernización, ha perdido fuerza en sus argumentos ahora que la Prensa central airea con todos los honores sus artículos y comentarios.
Ni él ni Tatiana Zaslavskia, autora de los críticos papeles de Novosibirsk, filtrados en tiempos de Andropov, han expuesto un modelo económico global que presente una alternativa a la actual situación.
Agambegian ha venido a vivir a Moscú y trabaja en la Academia de Ciencias en uno de los grupos de economistas y expertos que desde las instituciones del poder elaboran proyectos -no hechos públicos todavía, si es que ya están elaborados- para hacer más eficaz la economía.
El primer ministro, Nikolai Rishkov, se ha rodeado de cuadros fieles, entre ellos Nikolai Talizin, el experto en telecomunicaciones que sustituyó al veterano Nikolai Baibakov al frente del Gosplan.
La dedicación directa de Rishkov a temas económicos queda demostrada por el hecho de que no se ha nombrado un secretario del Comité Central responsable de estos asuntos, un departamento que el mismo Rishkov llevaba antes de ser elegido jefe de Gobierno.
Dentro de la nebulosa alternativa hay algunos elementos de aceptación más generalizada. Entre ellos, la extensión del experimento industrial iniciado en 1984 a todas las ramas. Un código económico que trata de regular las relaciones entre empresas y ministerios en una única ley está preparado para su aprobación, en sustitución de las miles de directivas existentes ahora.
El código tiene por fin defender la autonomía empresarial de la interferencia de los ministerios, que ha venido ejerciéndose independientemente de lo que dictara el Comité Central.
Los ministerios han violado normas y han entrado a saco en los fondos que la empresa había ganado gracias a su buena gestión.
Otra idea aceptada es la vinculación del sueldo al resultado final del trabajo. Varias categorías profesionales han visto subidos sus salarios, entre ellas los científicos, los técnicos, los ingenieros y los médicos. Un técnico moscovita explicaba que su empresa se verá obligada a poner en la calle a parte de la plantilla, ya que el aumento salarial es obligatorio y el fondo salarial no se ha incrementado.
Pánico al despido
La posibilidad de ser despedido ha provocado un cierto pánico en algunos departamentos de la Administración, donde se estimula a los trabajadores para que digan ellos mismos quién sobra. "Todos teníamos tanto miedo que nos hemos alabado mutuamente", señalaba uno de los trabajadores que ha vivido este proceso.
Un cierto pánico ha originado los rumores de una reforma monetaria, fomentados por una carta aparecida en Pravda donde se proponía reducir los depósitos de las cajas de ahorros a un tope de 15.000 rublos (unos 3.300.000 pesetas). El vicepresidente del Gosplan, Lebedinski, ha desmentido que se planee tal reforma, pero los rumores continúan.
La 'economía negra'
Otro temor está ligado al intento de suprimir la economía negra, denominada con el eufemismo de "ingresos no procedentes del trabajo". El mensaje oficial es que hay que acabar con la economía na leva (a la izquierda), pero la economía planificada es incapaz de cubrir la demanda en los servicios y los bienes de consumo.
Las soluciones oscilan entre el control policial, el pago de salarios por medio de cajas de ahorro y las soluciones de tipo cooperativo. Por esta última variante se decantaba la economista N. Rimashvskaia, del Zemi. La cooperativa, concebida como un segundo empleo, es la solución más atrevida en la discusión sobre los shabashniki (trabajadores de la economía sumergida), cuyo número se calcula entre 17 millones y 20 millones de personas.
Un terreno poco tocado en la crítica global es la agricultura, que sigue siendo el punto crítico de la economía soviética, con un estancamiento total en 1985, y la disminución en cos echas de productos como patatas, remolacha o verduras.
Expertos occidentales creen detectar aquí un miedo a meterse en el campo del que fue responsable hasta hace poco Mijail Gorbachov.
El líder soviético se ha pronunciado por una potenciación de las parcelas de uso privado y el incremento del papel de los mercados koljosianos, donde los precios están fijados por la oferta y la demanda. La cooperativa y no la iniciativa privada sería aquí el modelo preferido por el sistema.
Ante los cambios que se producen en países como China o Hungría, Moscú se muestra más bien evasiva. Budapest ha sido advertida de los peligros de un comercio intenso con Occidente, y los acontecimientos de China se siguen con atención en la Prensa.
Izvestia publicaba recientemente una noticia sobre el aumento de las empresas privadas en China y señalaba que tal proliferación tiene sus raíces en el desempleo que afecta a la población de aquel país.
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