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Tribuna:LA "OTRA EUROPA"Bulgaria, de la ortodoxia al mito de la calidad / y 2
Tribuna
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Yivkov, campeón de la longevidad política

ENVIADO ESPECIAL Ninguna de las fuentes consultadas en Sofía apuesta a favor de los rumores de retirada de Yivkov. En julio de 1981, abrumado por la muerte de su hija Ludmila, que tenía 39 años de edad, se permitió unas declaraciones de desaliento respecto a su futuro. "Sinceramente, no he pensado demasiado en ello, pero creo que la posibilidad de retirarse es algo natural para quienes, tras haber trabajado años sin descanso, van acercándose poco a poco a una edad avanzada. Quisiera pasar más tiempo con mis tres nietos", dijo entonces. Al principio de los años 70 pasó una racha de achaques que superó poco después del fallecimiento de su esposa Mara Maleva.Los cambios introducidos el mes de enero en ministerios económicos son considerados como el preludio de un Congreso que, el próximo mes de abril, insistirá en el tema de la racionalización de la economía, el plan y el sistema de precios.

Yivkov es un hombre educado en parte por su hija Ludmila, cuyo breve paso por la dirección de la ciencia y el arte búlgaros sacudió el letargo cultural de este país balcánico. El 15 de abril de 1963, Yivkov, uno de los comunistas preferidos por Nikita Jruschov, disertaba todavía en términos culturales estalinistas. "He visto en Occidente cuadros y esculturas deformes, con cabezas monstruosas, y me dije: ¿podemos llamar arte a, eso? No, eso no es arte, eso es sinrazón, eso es ruina". Veintitrés años han pasado, y por los pasillos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Sofía se ven cuadros monstruosos para el Yivkov de 1963, con miembros desgarrados y alusiones místicas.Por ahí ha pasado Ludinila, la hija del líder, que tras estudiar una temporada en el Reino Unido hizo suyo el verso del poeta Walt Whitman: Abrir las puertas del tiempo.

Todas las fuentes consultadas en el Ministerio de Educación de Soria se abstienen de pronunciarse en detalle sobre el realismo socialista. La doctrina oficial de creación cultural parece relegada a los archivos de la pureza ideológica, de donde a veces la saca algún veterano indignado con el rock que se adueña de la juventud.

El gran problema de Bulgaria es la baja natalidad. Gueorgui Chagarov, alto funcionario del partido comunista, se preguntaba recientemente "cómo crear condiciones para que siga creciendo un pueblo tan bello como el búlgaro". El hecho es que la población activa está decreciendo. Las familias tienen cada vez menos hijos, pero mantienen a más jubilados. Los estrategas militares son fríos: la vecina Turquía sigue nutriendo de abundantes nuevos reclutas el segundo ejército de la OTAN, mientras que son las poblaciones islámicas de Bulgaria las que soportan, sobre todo, el ligero incremento anual de 20.000 búlgaros al año.

La supervivencia demográfica de este país necesita de tres hijos por mujer. Una periodista de 35 años afirmaba que su abuela, campesina de los montes Rodop, le había aconsejado tener "un hijo para tu salud y otro para tu belleza; pero me prohibió tener un tercero porque ese sería el principio de mi ruina fisica". Pero con el tercer hijo llega el dinero del Estado. El primero sólo acarrea un incremento del 8% del salario medio; el segundo, un 20%, y el tercero proporciona un 35% adicional. Resultado de ello: un matrimonio con tres hijos puede llegar a cobrar un 63%. aproximadamente más del salario medio. Los abortos se están poniendo muy dificiles, tanto como los anticonceptivos y los divorcios. De los 300.000 embarazos que había en 1982 sólo nacían 120.000 búlgaros. El partido comunista cuenta aquí con un aliado firme entre los popes, que, con una media de más de tres hijos, se convierten en los búlgaros ejemplares, más que el propio presidente Yivkov, que sólo tuvo dos. El nuevo código de familia piensa aumentar el impuesto de divorcio, que actualmente es de 15 días de salario, pero que pasará a ser de 75.Llega el terrorismo

Bulgaria no ha sido inmune al terronsmo. El pasado mes de julio fue ejecutado Gueorgui Alenski, declarado culpable de actos de sabotaje en un centro de deportes de invierno situado a 60 kilómetros de Soria y de otros actos de terrorismo desde 1973. En octubre de 1984 era ejecutado otro búlgaro, culpable de haber depositado en la oficina de Correos de Goma Oriasovicha un paquete bomba que causó la muerte de tres personas e hirió a nueve. El 9 de marzo del año pasado estalló una bomba en el vagón número 5 del tren Burgas-Varga, atentado en el que perecieron siete personas y nueve resultaron heridos.

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Cuando uno se va de la pacífica Sofía, ciudad de 1.100.000 habitantes, le chocan los boinas rojas, el equivalente búlgaro a los geos.

El terrorismo no parece preocupar en la calle. Más inquieta el recrudecimiento del invierno, que podría volver a provocar cortes de calefacción y apagones como los del año pasado.

Con las 210 levas que gana el búlgaro medio al mes se pueden comprar dos trajes de caballero. Con el otro tanto que gana su mujer, y son raras las que no trabajan, se pueden adquirir 200 kilos de carpa o 40 de carne de buey. Goran, un taxista loco por el esquí, tiene que recorrer 200 kilómetros al día por las calles de Soria para recaudar 58 levas y tener así acceso al sueldo medio. Logra incrementar su salario en un 25% haciendo unos kilómetros más, y otro tanto con las propinas. Se pasa 10 días de invierno en la montaña esquiando y tres semanas en el mar Negro.

Se calcula que el 60% de los búlgaros hace trabajos extras. Todor Yivkov se lo ha dicho bien claro: trabajar la tierra es más sano que correr por los parques y mucho más lucrativo que regar tiestos. Unos 700.000 jubilados, empleados y trabajadores han obtenido en usufructo tierras que nadie cultivaba. En ellas producen, al margen de su horario normal de trabajo, el 25% de lo que Bulgaria come.

En terrenos de regadío, el Estado concede a estos jardineros útiles media hectárea, y en terrenos más ricos de montaña, hasta cinco, normalmente aptas para la ganadería. Está prohibido utilizar fuerza de trabajo ajena en estas parcelas. Pero se hace. Todor Yivkov lo criticaba en la Academia de Ciencias Sociales. "Hay un trabajo asalariado encubierto, y algunos productores se han convertido en empresarios", decía el líder búlgaro.

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