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El Papa llegó a Roma en tren porque la nieve impidió aterrizar al avión que le traía de la India

Juan Arias

Juan Pablo II concluyó ayer por la mañana su ajetreado viaje Bombay-Roma en la pequeña estación ferroviaria del Trastévere, de Roma, entre la nieve. Llegó desde Nápoles en un tren especial, al no haber podido aterrizar en Roma a causa de una tormenta de nieve. El tren estaba compuesto por dos vagones de primera clase: uno para el Papa y su séquito y otro para los periodistas que habían llegado con él en el avión. Tenía también tres locomotoras: una para ir abriéndose paso entre la nieve, otra para empujarlo y la tercera de repuesto. En llegar a Roma (200 kilómetros) el tren tardó casi cinco horas.

En la estación de Nápoles se había reunido rápidamente un grupo de personas, trabajadores y curiosos que exclamaban sorprendidos e incrédulos: "Es el Papa". El jefe de estación contó al corresponsal de EL PA1 S que le había sacado de la cama el jefe de la policía a la una de la madrugada diciéndole: "Preparen en seguida un tren especial para el Papa". Él le respondió "No son horas éstas para hacer bromas de carnaval".En la estación, un carabinero joven pedía por favor a los periodistas, poniéndose de puntillas: "Déjenme verle de cerca, que ustedes ya se lo saben de memoria".

El Papa subió al tren y se sentó al lado de la ventanilla. Se oyó una voz de hombre que gritó en el frío de la estación: "¡Viva el Papa!". Un grupo de periodistas, entre ellos este corresponsal, no había encontrado sitio en el vagón de la Prensa, y el secretario de Estado vaticano, cardenal Agostino Casaroli, desde la ventanilla les dijo: "Vénganse aquí que nos estrecharemos un poco". El Papa estuvo muy deportivo. Parecía como si le divirtiese la aventura. Supimos que prefirió escoger la incomodidad del tren a la perspectiva de tener que quedarse a dormir en Nápoles. En el tren se puso a leer un libro que se titulaba La filosofía de la India. Después estaba tan rendido que se quedó durmiendo sentado con el libro entre las manos, mientras su secretario corría la cortinilla para ocultarle a las miradas indiscretas.

"Ni que estuviera el Papa"

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En la estación donde se detuvo el tren papal se hallaba un convoy, también bloqueado. Sus pasajeros, al darse cuenta de que había un tren que iba hacia Roma se precipitaron para buscar un asiento. Les paró, naturalmente, la policía No entendían lo que estaba pasan do. Una mujer napolitana preguntó con gracia por qué no podían entrar, "manco ci fosse dentro il Papa" ("ni que estuviese dentro el Papa"). No se imaginaba que el Papa, en carne y hueso, estaba efectivamente allí.

Por fin el Papa llegó a Roma a las 8.10. La ciudad estaba paralizada por una nevada. La estación central de Términi seguía incomunicada, y tuvo que bajarse en la minúscula estación de Trastévere.

El vuelo desde Bombay a Nápoles había sido muy agitado. Los periodistas habíamos secuestrado simbólicamente el avión durante 10 minutos, sentándonos en el suelo para protestar contra la compañía Air India, que no había sabido organizar un vuelo capaz de incluir las maletas de los pasajeros, que se quedaron en Bombay. El Papa aceptó hacer una escala en Atenas para que el aparato no tuviese que cargar tanto combustible y pudiese esperar allí el equipaje. Pero todo fue inútil. El comandante no cedió, y los pasajeros Regamos a Nápoles con ropa de verano. Después se supo que había sido sancionado recientemente con un mes de suspensión de empleo por un mal aterrizaje realizado en Moscú con el avión presidencial.El cáncer de las castas

El Papa, durante la conferencia de prensa, estuvo muy campechano. A quien le preguntó por qué no había condenado con mayor fuerza las castas en la India respondió que se trata de una plaga secular, que él no había ido a aquel país para anatematizar sus posibles injusticias y que, además, no hay que olvidarse de que también en Occidente existe el cáncer de las castas, aunque éstas se llamen de otro modo. A un periodista que le preguntó si no sería mejor hacer viajes menos oficiales, yéndose, por ejemplo, durante un mes como simple peregrino para conocer mejor la realidad de las cosas, el Papa le respondió: "En este caso tendría que dejar de hacer las funciones de Papa durante ese mes". Quiso decir quizá que el Papa es algo más que un simple misionero.

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