Bolígrafo
Ya se sabe que los tribunales nunca se equivocan. Ergo Carlos Aguirre es un marrano.La cosa es que la Audiencia Provincial madrileña ha denegado el procesamiento de un policía que había sido acusado de empujar y abofetear a Carlos Aguirre, un leguleyo. Todo empezó cuando Aguirre se encontraba deambulando por la ciudad. Primer indicio sospechoso, ya que es público y notorio que los abogados de pro permanecen al pie del cañón en sus despachos y no zascandileando por las calles como golfos. Ello es que el susodicho Carlos, (nombre de terrorista internacional, ténganlo en cuenta) contempló por azar cómo un policía perseguía a un hombre. Dicen los testigos de la acusación que el inspector alcanzó al tipo, le atizó con la porra y lo sometió. Y que entonces le puso las esposas y, llevado sin duda por un calentón de pasión persecutoria, prosiguió zurrando al detenido, que a la sazón se encontraba tirado en el suelo, con las manos atadas y sangrando un poquito, casi nada. Emocional momento que aprovechó el vil Carlos Aguirre para acercarse, proclamarse abogado y exigir que dejara de pegarle. Un exceso de petulancia repugnante. Ahora el abogado dice que el inspector lo tomó a mal y que le empujó y abofeteó. Faltaría más, vaya un quejica.
Total, que Aguirre acusó al policía de agresión. Blanda canalla ésta que se duele por un supuesto par de tortas. Menos mal que la Audiencia ha denegado el procesamiento y con hábil instinto ha sugerido al juez de instrucción que investigue la actuación del abogado. Porque en el transcurso del forcejeo, dice la Audiencia, el pobre inspector resultó lesionado en una mano con el bolígrafo que Carlos Aguirre llevaba. Pérfida alimaña el tal Carlitos, capaz de abalanzarse sobre el inerme policía blandiendo un peligrosísimo bolígrafo. De todos es sabido que ésta es el arma más letal, más ruin y más rastrera. No los bolígrafos explosivos, cuya elegancia y señorío ha sido demostrada a lo largo de los años por la extrema derecha, sino el bolígrafo común, que es la sádica daga de la plebe. Vista la alevosía de Aguirre, no me queda sino pedir que lo empapelen.
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