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Crítica:'POP'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El espectáculo de Supertramp

La hora anunciada en las entradas, que costaban dos mil pesetas, para el comienzo del con ,cierto -reencuentro de Supertramp con los escenarios madrileños era las nueve y media de la noche. Una hora antes, saltaban a la palestra los cinco componentes del grupo catalán Banco. Durante cuarenta minutos amenizaron la entrada del público, que en su mayor parte se perdió la actuación. Igual pasó con los Cardiacos y Sting, lo que viene a corroborar que los teloneros, en el sentido peyorativo de la palabra, siguen cumpliendo su función de relleno, sin más. Habrá que irse acostumbrando, aunque sea una desconsideración hacia el público y grupos españoles.Tras el pop-rock de Banco, y después de media hora de espera, se puso en march esa máquina bien engrasada del rock concebido como excusa para ofrecer el espectáculo asequible y digerible que es Supertramp. Hasta 1983, el grupo era una especie de monstruo del rock-business con dos cabezas: Roger Hogdson y Richard Davies Tras la deserción del primero para iniciar una carrera en solitario, Davies concentra la idea la composición -y la voz. En directo, también acapara buena parte de esos 500.000 vatios de luz y 100.000 de sonido que hacen de Supertramp un martillo pilón que cae sobre las cabezas de los entregados espectadores sin dar demasiada opción a otra cosa que no sea aguantar el apetecido chaparrón.

Concierto de 'pop'

Supertramp (Richard Davies, voz y piano; John Helliwell, saxo y coros; Dougie Thoinson, bajo; Bob C. Benberg, batería; Mark Hart, teclados y coros; Scott Page, saxos, trombón y flauta; Carl Verheyen, guitarra y coros; Martin Walsh, guitarra y coros). Palacio de los Deportes de Madrid. 9.000 personas.

La música de Supertramp se basa fundamentalmente en estructuras clásicas del rhythm and blues, pasadas por mil tamices seleccionados por el piano de cola de Richard Davies, que alejan el resultado final del origen y lo convierten en un pop rítmico, comercial y enérgico. Los esquemas se repiten una y otra vez, planeando sobre ellos las canciones. Cuando se alargan peligrosamente, se abre el telón y aparecen los vídeos perfectamente sincronizados, que forman tanta parte del espectáculo como la música, la puesta en escena, las luces y el sonido.

Y ya que hablamos del sonido, en el Palacio de los Deportes todo suena sin matices. Hay que hacer verdaderos esfuerzos para distinguir el juego de guitarras, el bajo o los teclados, mezclados en una bola sonora y espesa que varía en función de la ubicación de cada uno en el local. Y esto, en un grupo como Supertramp, donde la perfección técnica es la meta y la posibilidad de equivocarse no existe, es un hándicap importante.

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