Diapasón de Esplá
Dos clásicos españoles de nuestro siglo enmarcaban, en el último programa de la Orquesta de RTVE, dirigido por Gómez-Martínez, el cuarto concierto pianístico de Beethoven, con el cubano Horacio Gutiérrez como solista.Hace 100 años que nació, en Alicante, Oscar Esplá, y más de 80 que se incorporó al renaciente sinfonismo español, con la Suite en la bemol (1911), y los poemas El sueño de Eros (1913) y Poema de niños (1914). La biografía de Esplá se desarrollaría a lo largo de una vía de tres carriles; el intelectual, el compositivo y el organizativo. Dentro de¡ primero ha de anotarse desde su trabajo de investigación y revisión en el Misterio de Elche hasta sus escritos sobre Gabriel Miró; el segundo supone una aportación valiosa y varia, diversificada con matices y orientaciones personales en el amplio panorama del nacionalismo musical español universalizado; como organizador, están sus afanes, junto a Adolfo Salazar, en la Junta Nacional de Música, durante la II República, sus investigaciones acústicas y sobre el diapasón universal, realizadas durante su exilio en Bruselas y, ya de regreso en España, la labor al frente de la Sección Española de la SIMC o en el Consejo Internacional de la Música, al que perteneció como miembro a título personal.
Orquesta Sinfónica de RTVE
Director: Miguel Ángel Gómez-Martínez. Solistas: Horacio Gutiérrez, piano; Ana Higueras, soprano; María Aragón, mezzo; Santiago Sánchez Gericó, tenor, y Manuel Bermúdez, barítono. Obras de Esplá, Beethoven y Falla. Teatro Real, 24 de enero.
Una de las más bellas partituras de la última etapa creadora de Esplá es, sin duda, el salmo De profundis, estrenado en las Semanas de Música Religiosa de Cuenca, en abril de 1966. Entre los que exageraron un posible desnivel entre saber e intuición en Oscar Esplá, se acentuó en demasía el carácter del compositor alicantino como gran técnico, lo que sugería demérito para el músico, dotado de sutil instinto lírico y fuerza vocacional, advertible en sus páginas breves como en las grandes: en sus evocaciones, sus paisajes, sus cuentos o sus canciones y los poemas, la cantata Nochebuena del diablo o de los Derechos humanos, con texto de Gerardo Diego; el Salmo, la Sinfonía aitana o la Sonata del Sur.
De profundis, que grabó en disco Igor Markevitch, ha tenido ahora una buena versión, especialmente refinada en los pasajes más evocadores y poéticos, y ello se debe tanto al trabajo de Gómez-Martínez, el Coro y la Sinfónica de RTVE, cuanto a la aportación de los solistas Ana Higueras, María Aragón, Sánchez Gericó y Manuel Bermúdez. Hubo largos aplausos y al maestro se le olvidó encauzarlos hacia la partitura interpretada.
Conocida la lectura -viva, nerviosa, coloreada- que Gómez-Martínez hace de El tricornio, especialmente en la segunda suite, de más rica orquestación, queda aludir a la virtuosística interpretación del Concierto en sol mayor, de Beethoven, por parte de Horacio Gutiérrez, tan distinta de la escuchada el día anterior a Justus Frantz, pero, en todo caso, llamativa, potente, arrolladora y acentuada en sus valores plenamente románticos, si bien menos atractiva en momentos como la iniciación o el lírico-dramático andante con moto.
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