Triunfa un golpe de Estado pro-surafricano en Lesoto
Las fuerzas paramilitares de Lesoto se hicieron ayer con el poder en un golpe incruento, poniendo fin a los 20 años del controvertido mandato del primer ministro, Leabua Jonathan, en este reino montañoso enclavado en territorio surafricano. El nuevo dirigente de Lesoto, general Justice, Lejanye, jefe de la fuerza paramilitar de 1.500 hombres, próximo a los Intereses de Suráfrica, controla plenamente la situación, según Informaron fuentes diplomáticas a la agencia Reuter. Suráfrica dejó pasar un tren de mercancías, dando a entender que terminaba así su bloqueo económico de Lesoto.
Las fuerzas que se hicieron con el poder establecieron un toque de queda del anochecer al alba en la capital del país, según informó Radio Lesoto. Lejanye presidirá un consejo militar, cuya composición aún se desconoce, para dirigir el país. El rey Moshoeshoe II, que no pasaba hasta ahora de ser un personaje más o menos decorativo, seguirá ocupando la Jefatura del Estado. Jonathan, que protagonizó un golpe de Estado en 1970 ante la perspectiva de que su Partido Nacional de Basutolandia perdiera las elecciones generales, se encontraba en su casa, situada en las afuerzas de Maseru, la capital de Lesoto, cuando escuchó a través de la emisora estatal, a las seis de la mañana, que había sido derrocado, agregaron las mismas fuentes."Este paso ha sido dado para instalar la paz y la reconciliación nacional en el país", afirma el comunicado emitido en inglés y soto (la lengua del país) por los golpistas, cuya iniciativa parece no haber encontrado resistencia. Fueron cientos las personas que salieron a la calle en la capital para celebrar el golpe de mano.
Fuentes diplomáticas cifraron en torno a los 45 años la edad de Lejanye, un soldado de carrera al que aupó hasta su actual cargo el propio Jonathan. Se cree que es un ferviente anticomunista y un devoto católico. En dichos círculos se espera que el nuevo líder intente reducir las tensiones que existen con Suráfrica, país que rodea por completo a Lesoto y que desde el primero de enero de este año ha impuesto duras restricciones aduaneras a los bienes y ciudadanos que entran y salen de Lesoto.
El nuevo hombre fuerte del país justificó su toma del poder por la "confusión creada por los políticos", responsables, según él, de la crisis entre Maseru y Pretoria.
Pocas horas antes de que Radio Lesoto anunciara el derrocamiento de Jonathan, el Gobierno de Suráfrica criticaba al hasta ahora primer ministro de Lesoto y le acusaba de desestabilizador. La radio surafricana, SABC, recogió unas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de Pretoria, Roelof Pik Botha, en las que calificaba al primer ministro depuesto de "principal factor de desestabilización en Lesoto".
Descenso de tensión
Tras el anuncio del golpe, Botha manifestó que no deseaba hacer comentarios hasta que se aclarara completamente lo ocurrido y se viera en qué dirección se movía el nuevo Gobierno. "Sin embargo, el Gobierno de Suráfrica dará la bienvenida a cualquier descenso de la tensión en el interior de Lesoto y también a cualquier movimiento que contribuya a lograr una mayor estabilidad en la frontera", declaró el ministro.Pocas horás después, Suráfrica dejó pasar a Lesoto un tren de mercancías, el primero en franquear la frontera desde el pasado uno de enero, dando así a entender que toca a su fin el bloqueo económico al que había sometido el país, según informa la agencia France Press.
El Gobierno derrocado de Lesoto había racionado los bienes de primera necesidad debido a la escasez provocada por las medidas surafricanas, que Lesoto calificó de bloqueo económico. El Gobierno de Suráfrica justificó sus controles fronterizos alegando que intentaba evitar que entraran en su país guerrilleros antiapartheid. Lesoto, por su parte, interpretó estas medidas como una represalia contra la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que se condenaba por unanimidad a Suráfrica por el asesinato el mes pasado de nueve personas en Maseru, acusación que el régimen de Pretoria niega.
El golpe de ayer culmina una serie de confusos incidentes ocurridos durante la última semana. El pasado miércoles, decenas de soldados rodearon las oficinas del primer ministro. El Gobierno habló inicialmente de una amenaza de bomba y posteriormente calificó lo ocurrido de maniobras ante un eventual ataque surafricano. El sábado, el ministro de Información, Desmond Sixishe, admitió -tras numerosas negativas- que se había registrado una rebelión entre las fuerzas paramilitares.
Cuatro muertos
Según señaló Sixishe, cuatro personas resultaron muertas en el curso de la rebelión, en la que participaron 35 miembros de las fuerzas paramilitares. De ellos, agregó el ministro de Información, 20 se rindieron el pasado viernes por la noche, otros tres lo hicieron el sábado y los restantes huyeron.Preguntado sobre una eventual implicación de Suráfrica en la rebelión, Sixishe declaró que el Gobierno de Pretoria había manifestado "interés" por los acontecimientos recientes, pero no quiso precisar más.
Jonathan aseguró el domingo que las tropas leales a él habían aplastado un intento de golpe de Estado instigado por Suráfrica.
Las informaciones facilitadas por la emisora estatal no daban cuenta del paradero de Jonathan, de 71 años, ni de sus ministros, pero fuentes diplomáticas aseguraron que se encontraban en sus domicilios y que no pesaba sobre ellos orden de detención.
"La policía y las compañías extranjeras seguirán llevando a cabo sus tareas como si nada hubiera pasado", se explicó por la radio. Las comunicaciones con el exterior no sufrieron ningún tipo de alteración, pero sí se suspendió temporalmente la actividad del único aeropuerto internacional.
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