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LA CRISIS EN EL MEDITERRÁNEO

La negativa de la RFA a sancionar económicamente al régimen de Gaddafi crea fricciones entre Bonn y Washington

La rotunda negativa de la República Federal de Alemania (RFA) a secundar la política norteamericana de sanciones económicas contra Libia ha provocado una clara fricción entre Washington y el Gobierno de Bonn. Nada más conocerse las medidas tomadas por la Administración estadounidense para aislar al régimen del coronel Muammar el Gaddafi, el Gobierno del canciller Helmut Kohl anunciaba su rechazo a la política de sanciones económicas por considerarla "inefectiva".

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Pese al ya tradicional celo del canciller Kohl por presentarse como el aliado europeo más fiel de Estados Unidos, el Gobierno federal negó esta vez su adhesión a una decisión tomada unilateralmente por Washington. La participación de la RFA en el boicoteo a Libia habría tenido una repercusión inmediata y grave sobre el comercio y los proyectos alemanes occidentales en este país árabe. De ahí, que, por una vez, la coalición gubernamental de cristianodemócratas (CDU-CSU) y liberales (FDP) se mostrara unida en una decisión política concerniente a las relaciones exteriores de la RFA. La oposición parlamentaria y los medios empresariales también compartieron esta postura.El hecho de que el presidente Ronald Reagan no consultara para nada a sus aliados antes de tomar su decisión de imponer sanciones a Libia ha provocado cierto resquemor en Bonn. La petición pública de solidaridad con estas medidas ha tenido el principal efecto de crear disensiones en la alianza occidental, lo que en medios políticos de Bonn se considera como la concesión gratuita de una baza política a la megalomanía de Gaddafi.

De haber consultado previamente a sus aliados, Washington habría podido constatar que una postura unitaria europea de apoyo a sus sanciones contra Libia era absolutamente descartable y todo llamamiento público en este sentido habría de convertirse en una carga innecesaria para la alianza.

Las explicaciones del embajador norteamericano en Bonn, Richard Burt, sobre las razones que movieron a Reagan a no consultar previamente a sus aliados han empeorado aún más el ambiente. Burt convocó el jueves a la Prensa para reprender públicamente al Gobierno de Bonn por su actitud y manifestó que "las consultas en ocasiones sólo sirven como excusa para no tomar decisiones". Según Burt, el liderazgo obliga a veces a tomar decisiones y adelantarse en su aplicación.

En los pocos meses que el joven embajador norteamericano, anteriormente brillante periodista del diario The New York Times, lleva destinado en la RFA ha demostrado no tener reparos en criticar aspectos de la política interior germanooccidental e incluso iniciativas de partidos políticos parlamentarios. Sin embargo, su pública censura a la postura del Gobierno de Bonn respecto a Libia ha hecho evocar a los altos comisarios norteamericanos de la época de la posguerra antes de la restitución de la soberanía en la RFA.

Burt descalificó como "pura teoría" los argumentos del canciller Helmut Kohl en contra de las sanciones y le contradijo indicando que las sanciones sí pueden ser, y de hecho han sido, efectivas en ocasiones. También anunció que se abrirían consultas entre Estados Unidos y el Gobierno de Bonn y que confiaba en los argumentos norteamericanos para convencer a la RFA para que cambie su parecer y se una a la política de sanciones contra Libia.

Respecto a las explicaciones de Kohl sobre las repercusiones que el boicoteo a Libia tendría para la economía alemana, que compra un 15% de sus necesidades petroleras en este país árabe y que participa allí en numerosos proyectos industriales, Burt fue tajante en su descalificación: "Con asesinos no se comercia".

En el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bonn, donde se ha evitado escrupulosamente hasta ahora toda crítica al embajador norteamericano, los esfuerzos se centran en buscar una vía conciliadora. Aunque en todas sus manifestaciones el Gobierno alemán occidental ha dejado claro que mantiene su postura de rechazo a las sanciones, también reitera su comprensión hacia la posición norteamericana e intenta presentar la actitud alemana como complementaria de la de Washington frente a Libia.

La RFA se esfuerza por evitar que en Estados Unidos vuelva a presentarse la imagen de los aliados europeos como países egoístas que, por evitar perjuicios económicos, siguen cooperando con un régimen que, al menos para la opinión pública norteamericana, es responsable de la muerte de mujeres y niños en los aeropuertos. De ahí, que el Gobierno alemán quiera ofrecer garantías de que las empresas alemanas no se beneficiarán de la retirada de las norteamericanas en Libia.

Bonn, que en un principio adujo las razones económicas para descartar el boicoteo, resta ahora importancia a estas consideraciones y aduce otras puramente políticas como causa de su postura. Así, defiende la necesidad de fortalecer el diálogo euroárabe como instrumento fundamental para la lucha contra el terrorismo y asegura que este diálogo podría verse muy deteriorado por un boicoteo europeo a Libia. Además, las sanciones tendrían el efecto de crear, como ya ha sucedido en parte, un movimiento de solidaridad con Libia por parte de países árabes por lo demás enfrentados al régimen de Gaddafi.

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