Pinochet rechaza el acuerdo nacional propuesto por la oposición
El Gobierno del general Augusto Pinochet ha rechazado el Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia porque "carece de definiciones y coherencia". La nota oficial fue divulgada poco después que los coordinadores del acuerdo nacional se reunieran, el pasado viernes, con el subsecretario del Interior, Alberto Cardemil. Según el Gobierno, entre los suscriptores del acuerdo se han observado "innumerables contradicciones, muchas veces fundamentales y profundas, en cuanto al contenido e interpretación del mismo". Con el rechazo, el Gobierno retomó en parte la iniciativa política y dejó en una difícil situación a la oposición.
El Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia fue firmado el pasado mes de agosto por 11 partidos políticos, de derecha, centro e izquierda moderada, bajo el auspicio de la Iglesia católica. Entre las medidas inmediatas que pide el acuerdo nacional se encuentra el retorno de todos los exiliados, reconocimiento de los partidos políticos, la elección de un congreso con facultad para modificar la Constitución militar, el respeto de los derechos humanos y fin a los estados de excepción con los que el país es gobernado ininterrumpidamente desde el golpe de Estado de 1973.La declaración oficial exigió a los firmantes del acuerdo reconocer la Constitución de 1980, rechazar el marxismo, respetar el derecho de propiedad y abjurar de la práctica de la violencia y de la movilización social contra el régimen.
"El Gobierno estima que mal podría calificarse de acuerdo, y menos aún de nacional, a una acción en la que se verifica la ausencia de definiciones en materias fundamentales y urja consiguiente falta de coherencia entre las palabras y los hechos", dice la declaración oficial.
La reunión de los coordinadores del acuerdo nacional, Sergio Molina, ex ministro democristiano, y José Luis Zabala, empresario cercano a la Iglesia católica, con el subsecretario Cardemil sólo duró 15 minutos en el palacio de la Moneda. Los coordinadores habían pedido reunirse con el ministro del Interior, Ricardo García Rodríguez, que, a pesar de que inicialmente aceptó, después declaró que "no tenía tiempo" para recibirles.
Molina y Zabala se resignaron, sin embargo, a una reunión con el subsecretario Cardemil, de menor rango que el ministro. Durante el encuentro le entregaron el texto del acuerdo nacional, casi cuatro meses después de que fuera firmado.
Coordinadores del acuerdo, que cumplen la función de enlace entre los partidos firmantes, habían hecho antes otros tres intentos privados, todos frustrados, para reunirse con las autoridades. Según expresó Sergio Molina, "el acuerdo nacional pretende precisamente ser un acuerdo nacional. Los acuerdos nacionales son entre varias partes. Nos parece fundamental que la transición hacia la democracia se haga de una manera pactada, acordada, pacífica, de tal forma que todos los chilenos salgan favorecidos con ella".
A pesar del desaire que significó para los coordinadores ser recibidos por un subsecretario y del rechazo al acuerdo nacional, los puentes de vínculo entre el régimen y la oposición moderada no están cortados. El cardenal Juan Francisco Fresno será recibido el 24 de diciembre, en vísperas de Navidad, por el general Augusto Pinochet. Fresno le pidió la entrevista a Pinochet cuando fue firmado el acuerdo, y la respuesta positiva la dio el Gobierno esta semana.
Como el cardenal ya aceptó públicamente la entrevista, así como celebrar una misa en el palacio de La Moneda, donde fue asesinado el presidente Salvador Allende en 1973, le será difícil dar marcha atrás, a pesar del rechazo del Gobierno al acuerdo nacional. De hecho, los partidos firmantes del acuerdo se encuentran a la expectativa de la próxima reunión entre el general Pinochet y el cardenal Fresno para definir su táctica.
[El ex senador derechista Francisco Bulnes advirtió ayer que el rechazo del acuerdo nacional por parte de Pinochet expone a Chile "a una catástrofe", informa la agencia Efe. Bulnes, miembro de la comisión política de la Unión Nacional y uno de los personajes más representantivos de la derecha tradicional chilena, dijo que, con su actitud, las autoridades "no hacen sino estimular el violentismo de izquierda". Por su parte, Gabriel Valdés, presidente de la Democracia Cristiana, manifestó que "para los que sólo entienden que la vida política es obedecer una voz de mando, la democracia les parece algo inconcebible".]
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