Jack Lemmon: "Los artistas son liberales, lo quieran Reagan o Dios"
El actor norteamericano de 'Missing' y de 'La extraña pareja' participó en el festival de cine latinoarnericano celebrado en La Habana
La presencia de Jack Lemmon en Cuba para asistir al festival de cine latinoamericano de la Habana a pesar del bloqueo norteamericano adquiere connotaciones extracinematográficas. Para Jack Lemmon, que no se considera un funcionario político, es importante que las personas comiencen a conocerse. "Si no hay acercamiento de ningún tipo, ¿para qué queremos una conferencia cumbre? Nosotros somos aquí una pequeña cumbre. Mi presencia en Cuba no tiene tanto que ver con la política como con mis deseos de que los seres humanos se acerquen entre sí" declaró el actor en conferencia de prensa.
Fue inevitable que la conferencia de prensa versara primordialmente sobre el significado político de su apoyo al festival de La Habana a pesar de la petición pública de que se evitaran preguntas incómodas. Si Robert de Niro y Christopher Walker habían estado ya; si Harry Belafonte, días antes, había mostrado una simpatía sin reservas por el régimen de Castro, y, por su parte, Gian Maria Volonté, también presente en el festival, no tuvo reparos en mostrarse satisfecho con cuanto veía, a Lemmon, lógicamente, se le demandaban opiniones similares. Fue más prudente en sus respuestas, pero igualmente sincero. Se mostró como hombre curioso y sensible que quería vivir por sí mismo lo que la propaganda oficial de su aís le facilita demasiado digerido: "Si me enorgullezco de ser un artista es, entre otras cosas, por comprobar que la mayoría de mis compañeros son muy sensibles a cualquier tema que afecte al ser humano. Son, somos, liberales, y creo que influimos con nuestra manera de pensar. Los artistas son liberales, lo quieran Reagan o Dios".
Mueca de cansancio
Sin inmiscuirse en mayores complejidades políticas, el protagonista de Días de vino y rosas o El apartamento habló de su vida y de su obra, sorprendiéndose de ser conocido en país tan insospechado, y no evitó cierto brillo en los ojos, emocionado: "Cuando mi padre iba a morir me dijo: 'Derrama un poco de sol por ahí', y he tratado siempre de hacerlo así".Se encontró luego, efectivamente, a Castro, como se demostró en el escenario, en la sesión de clausura, al pasar frente a él haciéndole un chiste gestual, de nuevo sorprendido por el imprevisto premio de honor que le entregaba en nombre del festival Gabriel García Márquez. Pero luego, sentado entre todos los galardonados, no pudo evitar una mueca de cierto cansancio ante el discurso de 105 minutos que pronunció Fidel Castro. Aplaudía respetuoso cada vez que el público aplaudía, cargado en la oreja con un voluminoso aparato de traducción, pero se removía también en espera del final.
Cine violento
"El cine del imperio es basura", afirmaba Castro, que citó a Fantomas como héroe de moda, quizá confundiéndolo con Superman, en su largo comentario sobre la contaminación de ideas y conductas expuesta por un cine primordialmente violento. Las películas latinoamericanas sólo se: exhiben fácilmente en Latinoamérica y sólo pueden contemplarse en festivales como el de La Habana, donde no existe selección previa, sino que muestra en concursos todos los títulos producidos durante el año en ese continente: "A nosotros, como castigo, nos prohiben ver sus películas; a ustedes les prohiben ver en sus países las demás películas latinoamericanas. Siempre nos prohíben algo".La creación de una fundación que alimente los proyectos de los jóvenes directores y de una escuela de cinematografía que les forme técnicamente fueron anunciadas en el discurso, así como la ampliación del festival a los terrenos de la televisión y el vídeo para el próximo año. Quizá, por tanto, esta cita cinematográfica de La Habana aumente aún sus 15 días de duración. Puede ser un tiempo excesivo, pero también la única forma de dar cabida a tanta producción y a tantos encuentros y simposios como en este festival se celebran: los cineclubes, las cinematecas, los periodistas y numerosos cineastas de África, América Latina y Europa occidental mantuvieron reuniones de trabajo cada día.
"El cine latinoamericano me ha conquistado", afirmaba Castro. Jack Lemmon, con ojos curiosos, observaba las breves imágenes de las películas premiadas -Frida, del mexicano Paul Leduc; Tango, el exilio de Gardel, del argentino Pino Solanas; La historia oficial, del argentino Luis Puenzo y La ciudad y los perros, del peruano Francisco Lombardi, fueron los más importantes-, imágenes que se mostraban como ilustración en una gran pantalla. Tras la experiencia de Missing y El síndrome de China, Jack Lemmon se ha debido sentir más reclamado en su curiosidad de acercarse al conocimiento de otros puntos de vista.
Nuevos problemas
Y con ello, quizá a la vivencia de nuevos problemas: "Me estoy deprimiendo", dijo, sólo medio en broma, cuando se le preguntó por Rambo. Reclamaba más sentido común en un mundo que alimenta los sueños infantiles con juguetes que juegan a matar, pero no se mostró por ello inquieto ante la idea de que este auge de patriotería violenta conduzca a una nueva caza de brujas: "Soy fundamentalmente optimista y creo que ahora somos más maduros políticamente. Sólo volveríamos a ello si fuéramos capaces de olvidar una regla básica de nuestro sistema de democracia: el derecho inviolable a criticar y a decir con lo que no estamos de acuerdo".Sin embargo, algún gesto de resignado pesimismo adornó su cara cuando calculaba que su viaje a Cuba no le acarrearía problemas: "Algún sector de la prensa conservadora me criticará por ello. Supongo que Reagan ya está informado, pero de la misma forma que en una entrevista personal que tuvimos, al tiempo que el Departamento de Estado denunciaba Missing, no me habló nada de ese tema, confío en que ahora haga lo mismo".
Babelia
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