De la tradición a la innovación
El programa presentado en el Teatro de la Zarzuela bien puede resultar una antología de tendencias, desde lo conservador, pasando por algo moderado, hasta la más rabiosa innovación. Seis sonatas para la Reina de España es una pequeña joya. Su cuidado vestuario y la estilización coreográfica que Pericet lleva hasta sus límites formales hacen que las miniaturas -hábilmente enlazadas- se sucedan con un ritmo líquido y festivo. Sobre la escuela bolera es necesario instrumentar una teorización amplia y actualizada. El Ballet Nacional de España es una buena muestra que sirve de sostenimiento a una tradición patrimonial muy importante que es preceptivo cuidar y divulgar.Danza IX es un solo que asienta su resultado en las posibilidades expresivas de la bailarina. Los efectos trillados del vuelo de la bata han sido usados discretamente por la coreógrafa y logran su mejor momento en las diagonales con saltos intercalados. Laberinto plantea un lenguaje ecléctico que no es fácil asimilar. La densidad y carga expresionista que colorea toda la pieza tampoco contribuyen a que el espectador se sienta cómodo.
Ballet Nacional de España
Sector Español. Teatro de Ia Zarzuela de Madrid. 12 de diciembre, 22.30 horas.Seis sonatas para la Reina de España: Angel Pericet/Sarlatti-Coria; Danza IX: Victoria Eugenia/Granados-Halffter; Laberinto: José Antonio/Monsaltvage; Doña Francisquita: Alberto Lorca/ Vives-García Abril.
Su importancia se asienta en el esfuerzo notable realizado por José Antonio por sacar al baile tradicional español de los tópicos, y esto es realmente meritorio, hacer convivir el taconeo con la armonía contemporánea de Monsalvatge, alejándose del cuadro pintorequista para adentrarse en una danza de carácter donde lo que flaquea es el argumento.
Lo mejor del espectáculo son las evoluciones de grupo, sobriamente diseñadas y resueltas. El buen vestuario de Pedro Moreno y unas todavía mejores luces garantízan y consiguen un fuerte efecto escénico. José Antonio ha mezclado elementos clásicos con pasos modernos que por fin no logran integrarse positivamente.
Doña Francisquita es, sin embargo, demasiado largo. El primer dúo entre Beltrana y Fernando vale por sí solo. Lorca es un experto coreógrafo de grandes grupos y el Fandango lo demuestra. Todo el número final está dibujado brifiantemente, pero para llegar a él se pasa por algunos momentos poco felices, con escenas demasiado largas.
Madurez y promesas
La compañía está entrando en la madurez. Esto se nota en la disciplina perfectamente visible, el fuerte entrenamiento y la coordinación del cuerpo de baile. Las primeras figuras, ya muy conocidas, tienen personalidades dancísticas muy diferenciadas: Conchita Cerezo a causa de su vitalidad, Lola Greco por su acento, Juan Mata por la exhibición de su preciosismo y José Antonio a traves de su entrega total, entre otros. De los más jóvenes, Aida Gómez, Javier Latorre y Antonio Márquez destacan por sus cualidades, nombres que deben ser seguidos de cerca, pues ya son algo más que promesas.Al final de la representación salieron al escenario el director de la orquesta, músicos, coreógrafos y la directora del ballet, María de Avila. Con la aparición de esta última se produjo algún que otro abucheo aislado en rincones precisos del teatro, que, todo hay que decirlo, quedó tapado por la cerrada ovación y los bravos. Este incidente que pasó desapercibido para gran parte del público que llenaba el teatro, es la última manifestación de la polémica del pasado verano, cuando las diferencias entre algunos sectores de la compañía y la dirección llegaron a su punto más difícil.
Babelia
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