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Avanza la preparación de la primera 'cumbre' sirio-jordana en siete años

El acercamiento entre los regímenes hasta hace poco enemigos de Siria y Jordania continúa a marchas forzadas con la visita que efectuó ayer a Amman el primer ministro sirio, Abdel Rauf el Kasem, para preparar la cumbre que, por primera vez desde hace siete años, celebrarán este mes en Damasco el rey jordano y el presidente sirio para formalizar su espectacular reconciliación. Hussein aceptó ayer una invitación para visitar Damasco que le formuló Kasem en su gira.

Además de entregar la invitación oficial al rey Hussein, Rauf el Kasem dedicó sus 24 horas de estancia en Amman a estudiar fórmulas para potenciar el comercio bilateral, cuyo volumen es actualmente 2,5 veces inferior al de 1980. Para reactivar los intercambios, el ferrocarril que une ambas capitales ha sido reabierto, Jordania proporciona de nuevo luz eléctrica a la región fronteriza de Raa y las restricciones a los desplazamientos a Siria de sus súbditos han sido alzadas.Por novedosas que parezcan estas tímidas medidas, y a pesar de la súbita frecuencia de las visitas oficiales, el alcance del llamativo acercamiento sirio-jordano es, ante todo, simbólico, porque los puntos de vista del soberano y del jefe del partido Baas en el poder en Damasco siguen siendo diametralmente opuestos sobre cuestiones tan trascendentales como el conflicto irano-iraquí, las relaciones con Egipto, el papel de Yasir Arafat y el acuerdo que concluyó con Hussein hace 10 meses.

Todas estas divergencias son sistemáticamente silenciadas en los comunicados conjuntos publicados al término de cada encuentro de jefes de Gobierno -cuatro en los últimos cuatro meses-, que hacen, en cambio, hincapié en el rechazo común de cualquier negocíación separada con el enemigo israelí, uno de los escasos puntos de convergencia mutua.

Después de siete años de tirantez, que les colocó a veces al borde de la guerra, el rey Hussein y el presidente sirio, Hafez el Asad, han querido encontrar un modus vivendi tras el cual se disimulan, según fuentes diplomáticas, objetivos casi incompatibles y dificilmente alcanzables por las dos partes. Si no logran llevarlos a la práctica, una nueva ruptura puede generarse a medio plazo.

La reconciliación comenzó en septiembre pasado bajo los auspicios de Arabia Saudí, en el marco de la comisión árabe de reunificación formada en el encuentro extraordinario de Casablanca, en agosto pasado, como un intento de reaproximar a los países árabes con vistas a una próxima cumbre árabe.

Siria, en una actitud conciliadora, casi amistosa, de cara al reino hachemí, pretende fundamentalmente aislar a Yasir Arafat y a su moderada Organización para la Liberación de Palestina (OLP), convenciendo al monarca de que debe disociarse de un dirigente en progresiva pérdida de influencia y renunciar a la fórmula de acción conjunta que firmó en febrero con el dirigente palestíno para promover conversaciones de paz.

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Al empezar esta nueva era, como describía pomposamente al acercamiento el diario jordano Al Rai, Hussein intenta, a su vez, desactivar la hostilidad del poderoso Hafez el Asad, al tiempo que chantajea a Arafat con enterrar definitivamente el acuerdo de febrero, que la diplomacia siria ha dado ya por muerto, si no efectúa las concesiones necesarias que permitan iniciar el proceso de paz.

Satisfecho por la reciente declaración de El Cairo, en la que condenó la violencia antiisraelí fuera de los territorios ocupados, el rey pide ahora al líder de la OLP que acepte explícitamente las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU, que reconocen el derecho a la existencia de Israel, lo que, según Hanna Siniora, redactor jefe del diario palestino Al Fajr, de Jerusalén, acepta hacer Arafat este mismo mes.

El rey ha hecho algunas concesiones a Siria, como el cierre de oficinas de los integristas islárnicos antibaazistas, para lograr su propósito, pero Arafat, a su vez, ha trasladado parte de sus actividades de Ammán a Bagdad, la capital de otro régimen enemigo de Damasco, para conservar un cierto margen de maniobra que le permita seguir resistiendo a las presiones jordanas. Está aún por ver si se doblegará ante el monarca.

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