La demagogia del poder
Me ha telefoneado un amigo de Despeñaperros para arriba: "A bote pronto, da la impresión de que el Gobierno andaluz ha expropiado media Andalucía". Después de darle los datos reales, manifiesta su confianza en que nadie logre confundir a los andaluces y cuelga el teléfono con un lunar de desánimo en la fórmula de despedida.Efectivamente, mucho ruido y pocas nueces. Y para justificar esta afirmación intento aportar los datos objetivos, hábilmente encubiertos tras el morbo del término expropiación (incluso se ha hablado de República).
1. Son expropiaciones de uso o, más propiamente dicho, arrendamientos forzosos. Preguntaba un vecino de Humilladero: "Pero ¿la marquesa va a seguir siendo la dueña?". Le contestaban que sí y le aclaraban que incluso cobraría una renta de la cooperativa que se quedara con la tierra. "0 sea", concluía el vecino, "que Manaute ha puesto una agencia de arrendamientos".
Y es que, verán ustedes, el castellano es un idioma muy generoso. Dentro de poco, el señor Manaute puede llamar expropiaciones de dominio a lo que no serán sino compras de fincas.
2. Estas expropiaciones de uso sólo afectan al 3,5% de la tierra comarcal y únicamente al 0,3% de los grandes propietarios. El 75% de la tierra no se ve afectado por ningún tipo de medidas.
A este respecto, ¿no han repetido ciertos representantes de los empresarios que ellos aceptarían una expropiación que no superase el 5% de la tierra andaluza? Así pues, los primeros pasos del señor Manaute aparecen bendecidos.
3. En función de estos datos y de las inversiones previstas, resulta una burla hablar de integralidad, comarcalización alternativa o principio de industrialización.
4. El 65% de lo expropiado es monte (varias de las fincas, según parece, pueden interesarle a una cooperativa de alpinistas).
5. Aproximadamente, el 80% de la tierra supuestamente expropiada es de muy mala calidad; su producción actual debe multiplicarse por más de tres para llegar al rendimiento medio.
6. Al no haber aplicación simultánea de las medidas en toda Andalucía, los grandes propietarios pueden empezar a dividir y subdividir sus tierras para así escapar a los efectos de la ley. Y esto puede ocurrir así a pesar de los dudosos criterios esgrimidos en la conferencia de prensa presidencial.
7. El señor Borbolla ha dicho que últimamente se han dado muchos más jornales en la comarca, debido a la dinámica abierta por la "reforma agraria". Lo real es que el aumento en gran parte se ha debido a la buena cosecha de aceitunas y a que se han comprado muchos jornales por los miles de obreros subsidiados.
8. Con respecto al aumento de jornales anunciados, de casi el 50% (anuncio positivo), hay que decir que en todo caso no se trata de creación estable de puestos de trabajo. Además, habida cuenta de que la causa va a ser, fundamentalmente, el plan forestal, es preciso aclarar que éste tiene una duración limitada. Estamos, pues, ante una medida coyuntural que en absoluto apunta a la transformación de la estructura social y laboral.
9. La participación de los trabajadores y otras instancias populares ha sido nula. Como inexistente ha sido la información. Estamos hablando, por tanto, de una reforma impuesta, ya que no se han recreado las imprescindibles juntas comarcales.
Conclusiones
a) No se modifica la estructura de la propiedad de la tierra (pueden dormir tranquilos la marquesa de Alba y el duque del Infantado).
b) Vamos a asistir a un proceso de inversiones pagadas por el Consejo de Gobierno sin haber cambiado la ordenación de cultivos (dinero barato para unos pocos).
c) Aparece totalmente clara la filosofía no participativa de la ley y de la política del PSOE, que sigue actuando a través de imposiciones.
d) No hay posibilidades reales de transformaciones integrales en las estructuras comerciales, industriales y laborales.
Al final de todo, y como balance, hay que apuntar simplemente algunas medidas de parcheo. El PSOE no ha inaugurado la dinámica de una auténtica reforma agraria. Sólo está construyendo una imagen para enrojecer su mensaje, exponente de su preocupación por la dialéctica política e ideológica de la izquierda real.
Cuando los comunistas, a la hora de discutir esta ley en el Parlamento, dijimos "En las comarcas nos veremos", no estábamos lanzando ninguna amenaza: anunciábamos simplemente que la ley y la política del PSOE no resistirían la prueba de lo concreto. Así ha sido, y esto lo podremos ver, de forma todavía más palpable, quizá en las medidas referentes a la vega. En fin, lo de Antequera ha sido una broma; en la vega de Sevilla nos veremos.
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