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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gigantismo de catálogo

Junto con Pale rider, Silverado es una película destinada a probar las posibilidades de resucitar el western como género, maniobra coincidente con otras también empeñadas en volver a poner en marcha las viejas formas de diversión en vista de que las modernas, tan ensimismadas en sus reflexiones lingüísticas, han devenido aburridas o minoritarias.Es en este contexto, precedido de una evolución hacia la mala conciencia que comienza con el baziniano superwestern y sigue con la parodia y la desmitificación para llegar a planteamientos crepusculares (de Raíces profundas a La balada de Cable Hogue, pasando por Cat Ballou y Pequeño gran hombre, es un posible resumen del camino recorrido), cuando aparece este nuevo empeño por hacer montar a caballo a los actores, ponerles las pistolas al cinto y lanzarlos a recorrer enormes llanuras. En Pale rider la opción ha consistido en contar una historieta de Lucky Luke fotografiándola a la manera de Ingman Bergman; en Silverado la fórmula es la mera acumulación, algo así como un elogio del catálogo.

Silverado

Director: Lawrence Kasdan. intérpretes: Kevin Kline, Scott Glenn, Kevin Kostner, Brian Dennehy, Rosanna Arquette, Danny Glover, Linda Hunt, John Cleese. Guión: Lawrence y Mark Kasdan. Fotografía: John Bailey. Música: Bruce Broughton. Estadounidense, 1985. Estreno en cines Benlliure, Juan de Austria, Novedades, Palacio de la Música, Aluche, Cartago e Infante.

No hace falta repetir toda la argumentación de Bazin para comprender lo difícil que hoy resulta dar vida a la épica del enfrentamiento entre barbarie y civilización, a veces atravesada por la furia de la venganza, siempre glosando el individualismo de un héroe volcado hacia dentro, al que nada preocupan el triunfo social o la moral burguesa. Es más, cualquier tema clásico del género que quiera desarrollarse en la actualidad se enfrenta inmediatamente con la existencia de un realismo histórico e iconográfico, de manera que el mito pierde fuerza en manos de la verdad, y sólo abrazando los estereotipos del comic -que exigen miles de cadáveres y un sadismo desprovisto de malicia- es posible rodar westerns, tal y como lo probaron españoles e italianos en tierras de Almería y como aún ahora quiere demostrar Clint Eastwood a través de versiones sofisticadas del llamado spaghetti western.

Revisar la historia

Por eso, porque es difícil, Lawrence Kasdan ha optado por entresacar un poco de varios títulos claves: la aventura de los carromatos y el personaje femenino proceden de Caravana de mujeres, las secuencias de combates multitudinarios están extraídas de Los siete magníficos, el duelo final tiene resonancias de Solo ante el peligro, aunque tampoco nos olvidamos de El pistolero. Los conflictos familiares y la historia del hijo que quiere vengar al padre asesinado también tienen precedentes ilustres, aunque no es tan claro como en Pale rider, donde la referencia a Raíces profundas era obvia.Que para fabricar un filme de algo más de dos horas sea preciso revisar toda la historia del western para saquearla, sin otro propósito que beneficiarse de su poder de fascinación, no es demasiado estimulante y marca los límites del actual gusto por el revival, siempre circunscrito a los aspectos más superficiales, de moda, de un período. Claro que Silverado es un filme muy bien hecho, con un guión trabajado, que engarza varias historias, un decorado impresionante -el mayor jamás construido para un western- y algunas secuencias que están a la altura del modelo, al igual que la música, un pastiche de varios temas célebres; pero todo el gigantismo del proyecto -"en eso sí se contradice el espíritu del viejo western- se basa en cimientos que tienen más que ver con la especulación sociológica que con una real necesidad de contar. La perfección técnica en un filme americano de gran presupuesto no es nunca novedad, aunque en ella se base una buena parte de la fuerza hipnótica del producto. En Silverado esa perfección funciona hasta que se empieza a echar en falta ese plus de humanidad y autenticidad que define a las grandes cintas del género, capaces de individualizar a sus héroes y sacarlos del catálogo.

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