Adolfo González
Tras siete años de gestiones, este 'niño' que llegó a la URSS huyendo de la guerra civil acaba de regresar a España
Adolfo González ha constituido el caso más difícil de retorno a España de los niños que fueron enviados a la Unión Soviética huyendo de la guerra civil. La intervención del Gobierno español y del propio rey Juan Carlos han conseguido finalmente que este asturiano de 57 años, que ha ocupado en aquel país un alto puesto en la Administración y la industria del petróleo y ha pertenecido al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), haya podido regresar a su país tras siete años de gestiones infructuosas.
"Bueno, en realidad, yo culpo más a los norteamericanos por estos siete años de gestiones para regresar a España. Porque, estoy seguro de que si yo hubiera dicho que quería venirme en 1975 -cuando estuve por primera vez en España-, en la época de la distensión las dificultades hubieran sido minimas. Pero lo dije en 1978, con ocasión de la segunda visita, cuando las relaciones entre los dos bloques eran ya bastante peores". Así rebate Adolfo González cualquier reproche contra la URSS que pueda plantearle su interlocutor sobre un trámite burocrático tan prolongado. González justifica incluso la desconfianza soviética por el alto nivel de cualificación de su trabajo en la industria petroquímica de aquel país. En 1978 era el primer vicedirector científico del Instituto de Petróleo y Petroquímica de la URSS, con numerosos inventos en su haber, "exactamente 16, cuatro de ellos vendidos al extranjero".Instalado en el pequeño piso de su hijo Alejandro en Alcalá de Henares, González, que llegó a Madrid la madrugada del domingo pasado, saborea todavía la miel de este reencuentro con el pasado, "corno un sueño" que le rejuvenece. Cuarenta y ocho de sus 57 años de vida los ha pasado en la Unión Soviética desde que, en octubre de 1937, embarcara en Gijón junto a otros dos hermanos y numerosos niños españoles rumbo a aquel "país acogedor", hacia un futuro desconocido y duro que para él resultó, sin embargo, plenamente satisfactorio. Y ello, pese a que la guerra persiguió a aquellos niños en su país de adopción de una manera incluso más terrible que en España. "Huíamos de los bombardeos sobre Gijón y, aunque la primera etapa en la URSS fue maravillosa, nos tropezamos con nuevos bombardeos en 1941.
Si la guerra de España y la II Guerra Mundial le encontraron demasiado joven como para comprender todo el riesgo y la gravedad que entrañaba la situación, Adolfo González tuvo aún una tercera oportunidad de enfrentarse a la violencia. "Entonces si que pasé miedo. Porque yo estaba el 11 de septiembre de 1973 en Santiago de Chile a menos de 300 metros del Palacio de la Moneda". Había llegado 15 días antes a la capital de Chile, al frente de una delegación soviética para construir una refinería de petróleo y se tropezó con la caída del presidente Salvador Allende.
Hoy, con su nieta Natalia, de seis años de edad, en las rodillas, espera vivir feliz otros 48 años en España. Y para ello confía en que se haga firme alguna de las ofertas de trabajo que ha recibido.
De momento, pasea, inspecciona los bares -"es el fenómeno que más me impresionó de España la primera vez que vine, la cantidad de tascas y cafeterías que hay aquí"-, y recuerda vívidamente los itinerarios de su infancia porque, confiesa, "tengo más recuerdos de mis primeros nueve años en Asturias que del resto de mi infancia en la URSS".
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