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LA 'CUMBRE' DE LUXEMBURGO

La reunión de Luxemburgo se planteó como objetivo alcanzar al menos un paquete de acuerdos mínimos

El Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno de los doce tenía como objetivo concluir al menos con un paquete de acuerdos de mínimos sobre la reforma de la CEE. A media tarde, el presidente francés, François Mitterrand, anunciaba que presentaría nuevas propuestas sobre esta reforma tras la cumbre, y opinaba que los resultados de la reunión de Luxemburgo serían aún menores, aunque política y jurídicamente importantes.En efecto, antes de concluir la reunión, las reformas planteadas no iban mucho más allá de una formalización jurídica de lo que ya existía en la práctica. En aquel momento todo indicaba que, una vez más, los grandes acuerdos deberían esperar.

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Alrededor de las cuatro de la tarde se llegó a duras penas a un acuerdo sobre la unión económica y monetaria, cuestión que se convirtió en clave para intentar desbloquear el resto del paquete de acuerdos. Hace un mes, ni Londres ni Bonn aceptaban la más mínima referencia sobre este aspecto en las enmiendas que se pretendían introducir en el Tratado de Roma. El compromiso francés de liberalizar los movimientos de capitales, anunciado en las últimas horas, parece haber ayudado a flexibilizar la actitud de la RFA.El objetivo de la realización de una "progresiva unión económica y monetaria" quedó reducido a figurar en el proyecto de preámbulo del conjunto de acuerdos, con lo que carecería de valor jurídico. En el articulado se hacían referencias al Sistema Monetario Europeo (SME), creado en 1978, y a la unidad de cuenta europea, ECU.

Los gobernadores de los bancos centrales mantenían sus prerrogativas como hasta ahora, condición que habían impuesto Londres y Bonn. Ninguna moneda europea -como sucede con la libra esterlina- se -vería forzada a integrarse en el SME. Y, en lo sucesivo, cualquier futura modificación institucional derivada del desarrollo de la política económica y monetaria tendría que ser adoptada por unanimidad y ratificada por los Parlamentos nacionales.

De cualquier forma, el tema más espinoso y con mayores consecuencias económicas para el futuro de la CEE, la creación de un verdadero gran mercado europeo para 1992, todavía no había conseguido un consenso en las discusiones de ayer por la tarde. Su definición como "espacio sin fronteras" pasaba también al macrocefálico y no vinculante preámbulo, ante la oposición británica y danesa.

En las discusiones del segundo día de esta cumbre se habían conseguido algunos avances en la ampliación de la regla de la mayoría para decisiones relacionadas con esta materia.

Sin embargo, Francia quería conservar el derecho de veto en materia de liberalización del tráfico aéreo; y la República Federal de Alemania, en aspectos relacionados con la cualificación profesional.

En cuanto a la armonización de normas técnicas, sanitarias y de calidad de los productos, las diferencias eran también evidentes. La RFA estaba dispuesta a confiar en que la igualación se haga teniendo en cuenta los niveles más elevados en Europa, mientras otros países mantenían una posición que podía vaciar de contenido este capítulo.

El Reino Unido e Irlanda, por su carácter insular, y Dinamarca, por su más alto nivel de protección social, pretendían mantener permanentemente sus actuales prerrogativas en materia de "moralidad pública" -Dublín no quería la pornografía danesa-, condiciones de trabajo, sanidad y todo lo relacionado con "la vida de las personas y de los animales o la preservacion de las plantas". Es decir, casi todo. Y de este punto, paradójicamente, dependía el acuerdo global. La conclusión era que la unanimidad en las decisiones seguirá vigente para conseguir la armonización fiscal. La llamada "cohesión" o política de solidaridad para corregir los desequilibrios de las regiones más atrasadas y ayudar a las regiones en declive industrial fue también objeto de un acuerdo, como exigían los países más pobres, a cambio del esfuerzo que supone su adaptación a un verdadero mercado sin barreras. En definitiva, el texto, una vez más, legaliza algo que ya existía: el FEDER (Fondo Europeo para el Desarrollo Económico Regional). La financiación se realizará dentro de las disponibilidades presupuestarias de la Comunidad, como había exigido Holanda, lo que planteó una reserva griega. Con lo que, una vez más, no había nada concreto garantizado.

Los programas marco, plurianuales y detallados, para coordinar los esfuerzos tecnológicos comunitarios y nacionales, así como su dotación financiera global, serán aprobados en lo sucesivo por unanimidad.

La cumbre se comprometió también ayer por la tarde a mejorar las condiciones de trabajo en los países miembros por medio de normas mínimas que se decidirán por mayoría.

No obstante, las tortuosas perspectivas de la tarde se transformaron más tarde en un compromiso claro para reformar las instituciones comunitarias.

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