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La extradición de Ruiz-Mateos

Merecen un aplauso las medidas cautelares adoptadas por el Gobierno con motivo de la extradición de José Maria Ruiz-Mateos, a fin de evitar en lo posible que su traslado desde la República Federal de Alemania a España se convirtiese en foro de publicidad gratuita del empresario jerezano, amplificada por las varias decenas de informadores que se proponíanacompañarle en su vuelo hasta Madrid. Esta actitud no debe sorprender a nuestros lectores. Hemos dado sobradas pruebas de nuestro amor a las libertades y, en particular, a la libertad de expresión, consustancial con la ejecutoria de este centenario diario. Sin embargo, una cosa es preservar por todos los medios el derecho de los ciudadanos a una información solvente y seria sobre los acontecimientos que pueblan el devenir diario de la comunidad y otra bien distinta explotar un suceso determinado en circunstancias tales que fácilmente pueda caerse en la tentación de sobrepasar los límites de la serenidad indispensable.

Es suficientemente conocida la locuacidad incontinente de RuizMateos y, por tanto, resultaba impredecible el caudal de declaraciones que, en circunstancias tan propicias a la crispación y la inmoderación dialéctica, habría podido formular durante las dos horas de viaje, encerrado en el avión.

Por ello, repetimos, nos parece apropiada la maniobra de cautela que las autoridades españolas llevaron a cabo con pleno éxito, en perfecta sintonía con sus homónimas alemanas. Las manifestaciones del encausado, a quien deben dirigirse es a los órganos jurisdiccionales, tal como prevén las leyes de los países civilizados. Así se hizo cabalmente en la noche del domingo, con diligencia extremada, cuando el juez de Delitos Monetarios tomó declaración a Ruiz-Mateos a los pocos minutos de su llegada a Madrid.

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Los profesionales de la Prensa que acudieron a bordo del avión en el que presumiblemente debía RuizMateos realizar el viaje no hicieron más que cumplir estricta y abnega-

damente su deber. Lo mismo cabe decir del Gobierno español cuando, sobre la marcha, les dio el cambiazo y les privó de la presencia del financiero andaluz. No es preciso subrayar la gravedad mayúscula del desgraciado asunto del holding Rumasa, a partir de la expropiación de que fue objeto el 23 de febrero de 1983, el subsiguiente proceso de reprivatización y el cúmulo de procedimientos jurídicos y judiciales desatados en torno de este caso, que han alcanzado incluso las altas instancias del Tribunal Constitucional.

, 2 de diciembre

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