El presidente de los obispos brasileños defiende la 'teología de la liberación'
Una buena parte de las ponencias que fueron presentadas al sínodo extraordinario que actualmente se celebra en Roma se centraron en la palabra colegialidad. Sin embargo, desde el pasado fin de semana, la citada expresión ha sido reemplazada por la de teología de la liberación. El presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña y obispo de Santa María, José Ivo Lorscheiter, incluyó en su intervención por escrito este término que tanta polvareda ha levantado en círculos vaticanos. Ayer, domingo, Lorscheiter, que se aloja en el colegio brasileño de Roma, concedió una entrevista a EL PAIS en la que defiende esta corriente teológica por considerarla fruto del último concilio.
Vestido con un traje de color negro, el obispo de Santa María prefirió no opinar sobre las palabras del secretario del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), Darío Castrillón, que el pasado sábado manifestó, tras criticar a la llamada Iglesia popular, así como a algunas corrientes de la teología de la liberación, que, antes de perdonar el año de silencio impuesto por el Vaticano al teólogo brasileño Leonardo Boff, era preciso saber "si Dios lo ha perdonado". Lorscheiter tampoco quiso comentar un escrito firmado por una quincena de cardenales que se manifestaban contrarios a la teología de la liberación. "Este tema no ha sido debatido en el sínodo, ha sido cosa de algunos cardenales", dijo el obispo brasileño.Pregunta. Usted señaló en su comunicación al sínodo que la teología de la liberación es un fruto del Concilio Vaticano II. ¿Cree que esta visión es compartida por la mayoría de los padres sinodales?
Respuesta. En verdad, yo me centré en la teología de la liberación en mi intervención escrita, no pronunciada ante el plenario, pero que fue publicada por L'Osservatore Romano. Todos están de acuerdo en señalar la Conferencia de Medellín, celebrada en 1968, como marco autorizado en la historia de la teología de la liberación. Y la Conferencia de Medellín tenía como objetivo precisamente aplicar a América Latina el Concilio Vaticano II.
Por eso afirmé, y afirmo, que la verdadera y auténtica teología de la liberación es un fruto del concilio. Y creo que así pensarán muchos, o todos los demás, al menos si entienden la teología de la liberación como yo la entiendo y la entendió Medellín en la exhortación apostólica Evangeii nuntiandi, en los discursos del papa Juan Pablo II y en otros documentos eclesiásticos, como una reflexión teológica sobre la liberación integral del hombre de todas las esclavitudes, no a través de medios violentos y sin perderse en ideologías tachadas de materialistas. En ese contexto, espero y aguardo, para bien, el segundo documento prometido por la Santa Sede sobre esta compleja y al tiempo importante materia.
P. ¿Qué opinión le merece el texto de síntesis sinodal redactado por el relator, cardenal Danneels?
R. El cardenal Danneels y sus auxiliares han sido muy valientes en su trabajo. Hemos recibido una relación amplia antes de iniciarse el sínodo, oímos en la sala sinodal un documento levemente adaptado y al final de las 138 intervenciones hemos recibido un nuevo texto de síntesis destinado únicamente a orientar el trabajo en grupos lingüísticos. Han sido trabajos importantes redactados con agilidad y elegancia que no pretenden limitar en nada la libertad y la responsabilidad de cada padre sinodal.
Vigencia del concilio
P. Durante la celebración de este sínodo se está haciendo especial hincapié en la vigencia del concilio, ¿cree que el Vaticano II se ha desarrollado en toda su profundidad?
R. El volumen de los 16 documentos del Concilio Vaticano II y el impacto profundo en el espíritu renovador no podían ser asimilados y aplicados en apenas 20 años en la Iglesia. Ésta es una tarea que debe continuar. Espero que el presente sínodo extraordinario pueda estimularnos a todos a dedicar nueva atención y solícito estudio al Vaticano II, especialmente a sus cuatro constituciones, que son sus documentos más importantes. A saber: Lumen gentium, sobre la Iglesia; Del verbum, sobre la revelación y la escritura; Sacrossanctum concilium, sobre la liturgia, y Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual.
P. Algunos teólogos han visto en el libro-entrevista Informe sobre la fe, del prefecto del ex Santo Oficio, Joseph Ratzinger, una visión pesimista de la Iglesia católica. ¿Cuál es su punto de vista sobre esa obra?
R. En la Iglesia, cada uno debe hablar con responsabilidad y manifestar su modo de pensar. Y cada uno debe ser respetado como debe respetar a los demás En esta perspectiva, he estudiado y respeto el libro Informe sobre la fe, como espero ser respetado cuando, en mi evidente pequeñez, manifiesto mis opiniones sobre la vida y el caminar de la Iglesia.
P. La Prensa ha hablado estos días de que con el sínodo podía planear sobre la Iglesia la palabra restauración. ¿Cree que en estos momentos es posible hablar de este término?
La restauración
R. La palabra restauración, en estos momentos, está siendo objeto de polémica en la cual no deseo verme envuelto. Personalmente, prefiero mirar hacia adelante, caminar como un peregrino en busca siempre de nuevos horizontes, obligarme siempre a nuevas y más ricas síntesis. Y pido al Espíritu Santo que me conceda el don del discernimiento para que, en esta búsqueda, en este caminar, yo fortalezca el bien, supere el error, consiga llegar a los hermanos y ser un profeta del optimismo.
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