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Gimferrer

Cuando se rumoreaba que Pedro Gimferrer podía ser académico de una lengua excelente tuve la tentación de dedicarle una columna, pero pensé: tate, igual tu encendido elogio le perjudica, porque cada académico es hijo de su padre y de su madre y a alguno pueden no gustarle las malas compañías de Pedro Gimferrer. Pero ahora Pedro es tan académico como el que más y un serio aspirante a ser presidente de la Academia, aunque sólo sea por la virtud biológica de su académica precocidad.Puedo decir, pues, y lo digo, que con Pedro Gimferrer la Real Academia de la Lengua Española adquiere la posibilidad de ejemplificar una unidad estatal o nacional mucho más sólida que la perseguida por los Reyes Católicos. Tan excelente poeta en castellano como en catalán y tan sorprendente erudito en catalán como en castellano, monta tanto, tanto monta, Pedro como Pere o Pere como Pedro. No desconozco que tan afortunada síntesis pueda molestar a todos los partidarios de primitivas claridades: de que las pirámides de Egipto sean tres, de que los sexos sean dos, de que madre no haya más que una. Tampoco caeré en la ingenuidad de suponer que Pedro Gimferrer va por la vida de pegamento Imedio de los pueblos y naciones de España, e interiores fortalezas tiene el hombre para no prestarse a manteos, desde las cuatro esquinas crucificantes de esta piel de toro. Pero ahí queda el símbolo. A ver quién le pone el cascabel a este símbolo.

Sentimentalmente me alegro, porque el nombramiento satisface el deseo y el mérito de Pedro y confirma la condición de académico in péctore que Gimferrer mostrara desde que fue hallado en el templo recitándoles a los doctores, de memoria, su conocido ensayo sobre La influencia en Hitchcock del tema del ubi sunt, desde las perspectivas comparadas de Hoyos y Vinent y Lo Gaiter del Llobregat. De los tres niños letrados y prodigios que he conocido, el uno se hizo monje de Montserrat, el otro es ahora ministro de Asuntos Exteriores Literarios y el tercero, Pedro, es académico. Les ruego que lo interpreten en el estricto sentido metafórico, pero les digo que ya puedo morir tranquilo.

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