Un consejo de Doña Variedad

Pues, a falta de mejor cosa, aquello fue variado. Escuchamos percusión hecha con señales de tráfico y aviones de juguete; padecimos estrépitos gigantescos; y reconocimos, metido a scratcher e incluso a rapper apocalíptico, a... ¿quién sino Pelayo Fernández Arrizabalaga, vanguardista irredento, estajanovista del progresismo capitalino, posmoderno en quien la arruga no es bella, sino histórica?Vimos a un pianista y compositor, Nani García, que es un músico como la copa de un pino y lo sería aún más si se dejase influir menos por McCoy Tyner y Keith Jarrett. Tuvimos también un coro gregoriano, un grupillo de música andina plan Quilapayún, un lánguido poseur que se agitaba convulso y, para remate, una juerga flamenca con palmero, cantaor y una bailaora de zapatetas tan briosas que arrancó con ellas, por dos veces, parte del suelo del escenario.

¿Qué quieren que les diga? No puedo mencionar a todos los que salieron, porque nada más José Antonio Galicia sacó a escena a veintitantos, que por mucho que cobren, al final saldrán lo comido por lo servido. Pues nada, que escuchen ustedes a los jazzmen españoles. Como en aquel anuncio de la tele, es un consejo de Doña Variedad.