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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El PSOE y Gabriel Jackson

Desearía manifestar mi desacuerdo con las opiniones expresadas por el señor Jackson (EL PAÍS, 12 de noviembre), al que tal vez su condición de extranjero impide un mayor contacto con la realidad de nuestro pueblo en estos tres años de Gobierno del PSOE, a quien me resisto a denominar socialista. Dejemos a un lado la hipoteca de soberanía nacional que nos ha hecho contraer este Gobierno, cada vez más alineado con los deseos norteamericanos. No hablemos de la OTAN, de los nicaragüenses, de los saharauis o de pesqueros. Hablemos del "saneamiento de la economía", pero concretemos que se trata de la economía del gran capital, que está consiguiendo beneficios históricos a costa de restricciones para los trabajadores en empleo, en poder adquisitivo y en conquistas históricas como el derecho de huelga o las pensiones.Al contrario de lo que usted dice, Rumasa y su expropiación no ha sido sino uno de los mejores negocios de nuestros empresarios, que han eliminado un competidor exótico (pero no con más irregularidades que muchos de ellos) y además han conseguido, a precio de saldo, bienes e inmuebles saneados para ellos con el dinero de todos los españoles. El carácter de organismo de los monopolios que tiene el Mercado Común lo vamos a descubrir (y sufrir) muy pronto. Nos daremos cuenta de a quién le interesa cuando veamos quién se beneficia.

En cuestiones como la enseñanza, el PSOE ha hecho lo que no ha hecho la derecha. Por primera vez, los profesores de religión católica cobran de los Presupuestos del Estado (casi 1.000 millones), mientras los maestros ven congeladas sus subidas. Las escuelas infantiles siguen sin crearse y la calidad de la enseñanza no sube, que digamos. Para colmo, usted menciona la ley del Divorcio, que ni siquiera es obra del PSOE, sino de la UCD de 1981.

La ley del Aborto no sólo es ridícula, sino que los sectores Más reaccionarios son capaces de evitar su puesta en práctica. No es extraño, pues, que Felipe González se sienta más a gusto con Fraga o los empresarios de la CEOE que con los trabajadores. Y como ejemplo de moralización: el intercambio de poltronas Gobierno-bancos oficiales de ministros y ex.-

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