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Marsillach asume la dirección de la Compañía de Teatro Clásico

Adolfo Marsillach asumió ayer la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC). El actor, autor y director firmó su contrato con la Administración en un acto en el que también intervinieron Javier Solana, ministro de Cultura, y José Manuel Garrido, director general del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM). La Compañía de Teatro Clásico es una nueva unidad de producción cuya puesta en marcha ya fue anunciada hace dos años. Sobre sus intenciones al frente de esta entidad, Marsillach declaró antes de acceder oficialmente a su cargo: "A los clásicos hay que respetarlos pero no reverenciarlos, e interrogarse en qué medida están vivos o no".La sede provisional de la compañía va a ser el teatro de la Comedia, de Madrid, que a partir de junio de 1986 pertenecerá por contrato de arrendamiento al INAEM. La entidad contará también con unos locales para ensayos y almacén, que se empezarán a utilizar en los próximos días.

Marsillach ofrecerá como primer montaje El médico de su honra, de Calderón de la Barca, que estrenará en abril fuera de Madrid con una gira en la que se incluirá la asistencia de la CNTC a las muestras de teatro español que el INAEM organizará la próxima primavera en Buenos Aires y Nueva York.

La gira comprenderá asimismo la presencia de la compañía en diversas ciudades españolas y la incorporación al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, donde la nueva compañía tendrá su sede veraniega en la que se crearía, a modo de escuela teatral, un laboratorio en el que se pueda hacer reciclaje de actores profesionales o a la cual puedan incorporarse alumnos de la Escuela de Arte Dramático.

Según Marsillach, esta compañía no sólo montará espectáculos clásicos sino que también intentará una recuperación y revisión de esa tradición de los clásicos, que para él son aquellos autores cuyas obras persisten después de su muerte, por lo que se moverán no sólo en el siglo XVII sino que abarcará también textos hasta el siglo XIX, con una especial preferencia por autores españoles.

Tradición interrumpida

"Esta es una tradición interrumpida por lo que hay que buscarla, recuperarla, investigarla y de ahí saldrá un estilo. Por ello mi idea es la de crear una compañía estable".Marsillach piensa que a la hora de formar la compañía es donde surgirán los mayores problemas dada la falta de costumbre de los actores jóvenes en un teatro clásico y la dificultad de contratar de forma prolongada a los profesionales con experiencia. Lo ideal sería mezclar actores experimentados y abrir las puertas para que se creen otros.

"Como este es un país inquieto, presuroso y antropofágico, supongo que lo que se pretenderá es que todos los espectáculos sean maravillosos, pero soy consciente de que los resultados más sólidos de esta compañía se podrán ver como mínimo dentro de un año". A esta reflexión Marsillach añadió, en tono humorístico: "Estoy convencido de que vamos al martirio".

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