Una guerra nuclear 'limitada" a Europa causaría 200 millones de muertos
Una guerra nuclear limitada a Europa causaría la muerte inmediata de unos 200 millones de personas, según una ponencia del profesor Hylke Tromp, del Instituto de Polemología de Groninga (Holanda). Todas las ciudades importantes -de más de 100.000 habitantes- serían atacadas y destruidas. Tromp se quejó de que una guerra atómica limitada se defina como una guerra total limitada a una cierta región, mientras que la guerra atómica total se define a su vez como una guerra atómica generalizada. Un vocabulario que dejaría perplejo a George Orwell.
La ponencia de Tromp se enmarcó en el simposio sobre los efectos médicos de una guerra nuclear en Europa que. se celebró el pasado fin de semana en Bruselas, organizado por los Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear (MIPGN), grupo con sede en Boston fundado hace cinco años por médicos de Estados Unidos y de la Unión Soviética que en octubre recibió el Premio Nobel de la Paz.Tromp consideró, que "las consecuencias de una guerra nuclear general son tan imprevisibles como las de una guerra nuclear limitada a Europa". No obstante, ha habido 1.493 explosiones nucleares desde 1945, y con excepción de las dos primeras -Nagasaki e Hiroshima-, todas han sido científicamente evaluadas. "En cierto sentido, saber ya tanto de lo que resultaría de una guerra nuclear es una novedad", consideró Tromp.
En el escenario contemplado por Tromp, tras la explosión de las 8.000 o 10.000 cabezas nucleares de que disponen ambas partes, habría 150 millones de supervivientes inmediatos en Europa, muchos de ellos moribundos. En otros momentos de la historia, plagas o guerras seguidas de epidemias han aniquilado el 50% de la población en algunas regiones, pero incluso esto no significó la destrucción de la sociedad humana.
En el caso actual, dice Tromp, no hay muchas esperanzas. Las consecuencias de la guerra nuclear limitada a Europa no serían sólo directas, sino también indirectas, a través de la precipitación radiactiva, aunque afirmó que son incalculables. Hipótesis recientes incluyen cambios climatológicos a largo plazo: un invierno nuclear (sobre el que habló el profesor belga André Berger) que haría algunas regiones inhabitables o un cambio en el nivel del mar. No se sabe, en realidad.
El doctor británico Joseph Rotblat afirmó que el cambio de énfasis del arsenal nuclear hacia cabezas de menor potencia pero más precisas -que depositan la mayor parte de su radiactividad en la troposfera, en vez de en la estratosfera como era el caso antes- hace que la radiactividad llegue al nivel del suelo antes.
Rotblat examinó también el efecto de un bombardeo nuclear sobre las centrales atómicas de energía. "Para Europa, esto significa zonas más amplias y contaminación y una mayor duración de ésta", dijo Rotblat, que se refirió también al impacto inmunológico de la guerra nuclear. Los efectos combinados de varios agentes pueden actuar sinergéticamente y llevar a una mortalidad mayor de lo previsto, añadió.
"Nadie sabe lo que ocurriría en realidad", señaló Tromp, "pero también nadie. sabe si una o dos bombas nucleares serían suficientes para parar la guerra o si, por el contrario, ésta escalaría hacia la locura total".
Para Tromp y otros, en un momento dado de la crisis que lleva a la guerra, los planes militares de los estados m orps de la OTAN y del Pacto de Varsovia asumen la situación y se ponen en marcha, aunque considera que estos planes a menudo no tienen nada que ver con lo que será la realidad de la guerra.
Por ello, Tromp y los médicos presentes consideraron que la única alternativa realista es la abolición de las armas nucleares. Varios de los médicos del Este y del Oeste abogaron por un coraje civil para hacer frente a la situación y obligar a los Estados a hacer marcha atrás. El. simposio de los MIPGN concluyó que los países pequeños y medianos del Este y del Oeste pueden tener un papel decisivo en el proceso hacia la distensión.
Aspectos psicológicos
James Thompson, británico, examinó los aspectos psicológicos de una guerra nuclear y los riesgos de iniciar una guerra de este tipo por accidente. Sobre el tema de la droga y de la posibilidad de accidentes por esta causa, Thompson señaló que "sólo una nación nuclear -Estados Unidos- ha proporcionado cifras sobre el alcance de este problema entre su personal militar, y sus conclusiones provocan una considerable preocupación".El Boletín de los Científicos Atómicos proporciona una medida del riesgo global de guerra nuclear en el mundo. En 1947, este boletín puso su "reloj del día del fin del mundo" a las 23.53. En 1953, el reloj se situó a las 23.58, tras la explosión de la primera bomba de hidrógeno. En 1972, cuando se firmó el tratado SALT I, de nuevo hacia atrás, a las 23.48. En 1983, según el juicio de 47 científicos -18 de ellos premios Nobel-, el reloj da las 23.57, el tiempo más cercano a la medianoche de los últimos 30 años.
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