La ausencia de Francisco Rabal deslució el homenaje que le dedicaron sus directores
La actualidad de la 30ª Semana de Cine de Valladolid estuvo ayer ocupada por dos hechos ajenos a su andadura cinematográfica. El primero fue la presencia de algunos de los principales directores de las películas del homenajeado Francisco Rabal, que celebraron una mesa redonda sobre el actor. Éste se encontraba ausente por razones profesionales, lo que deslució el acto. El otro hecho fue la nota de la dirección de la Semana anunciando la retirada del libro dedicado al cineasta J. L. Mankiewicz por advertir indicios de plagio.
El homenaje a Francisco Rabal en la Semana Internacional de Valladolid se está produciendo por etapas. En la primera, que él inauguró personalmente, comenzaron a proyectarse las 23 películas seleccionadas de entre las más de 150 que componen la vasta filmografía de este gran hombre de cine español, ganador del premio Nacional de cine.La segunda etapa se celebró ayer en el Paraninfo de la Universidad de Valladolid, donde siete directores de cine españoles y dos italianos se reunieron para comentar aspectos de la personalidad del actor, visto desde su lugar privilegiado detrás de las cámaras.
Los directores españoles asistentes al acto fueron Rafael Gil, Juan Antonio Bardem, Carlos Saura, Jaime de Armiñán, Francisco Regueiro, Miguel Hermoso y José Luis García Sánchez. Los dos italianos fueron María Bosio y Silvano Agosti. El acto quedó deslucido al no contar con la presencia de Francisco Rabal, que se ausentó hace dos días de la ciudad por razones de trabajo y no volverá hasta la tercera etapa de su homenaje, que se celebrará el próximo domingo. Esta tercera etapa consistirá en un encuentro público del actor con otros colegas y actrices ligados a su vida profesional. Para este último capítulo de su homenaje, los organizadores del festival dan por segura la asistencia del actor.
En la mesa redonda en la que participaban los directores, pese al vacío de la ausencia de Rabal, que provocó en ella un inevitable apagamiento, se hicieron algunas observaciones muy interesantes sobre la vida y el trabajo del actor. Por ejemplo, Rafael Gil narró el primer encuentro de Rabal con las cámaras, que fue así de casual: se necesitaba, en un momento del rodaje de La pródiga, un joven con aspecto de obrero y le enviaron a Rafael Gil un actor que le pareció que tenía pinta de burócrata. El director rechazó a este actor y miró hacia los andamios del plató y vio a un joven electricista cuya cara respondía a las características del personajillo buscado. Rafael Gil le hizo bajar y allí, se produjo el primer paso de la conversión de un anónimo obrero murciano en una de las caras más conocidas de España.
Silvano Agosti contó su famosa pelea, en la que sangre no llegó al río, en la que obligó a Rabal a salir por primera vez en la pantalla sin peluquín y que fue el comienzo de la segunda etapa de la carrera del actor.
De la primera etapa hablaron Juan Antonio Bardem, Francisco Regueiro y Carlos Saura. Estos dos últimos aclararon que Rabal intervino muy poco en las películas del nuevo cine de los años 60, del que ambos fueron los pioneros, porque entonces Rabal era un actor muy cotizado y su salario era demasiado alto -por entonces ya actuaba en filmes de alcurnia con Antonioni y Visconti- para los pequeños presupuestos de aquellas películas.
Sin término medio
Miguel Hermoso observó que Rabal es un actor sin término medio: o actúa mal o lo hace muy bien. A su juicio esta radicalidad obedece a su autenticidad, al hecho de que Rabal sólo sabe hacer bien aquellos personajes que le gustan, que son los que le permiten crear e inventar por su cuenta, y no limitarse a obedecer miméticamente al director. En esta misma imagen del actor insistió a su vez Jaime de Armiñán.José Luis García Sánchez contó una bonita anécdota reciente de Rabal. Al parecer, lo encontró hace poco sentado entre dos sujetos de aspecto extraño: uno era un alcohólico con pinta casi indigente y otro era un picapedrero medio ciego. García Sánchez le preguntó: "Paco, ¿qué haces con esta gente?". Y el actor contestó: "Tomar apuntes". Esta frase define al actor como un estudiante perpetuo de los gestos de la vida humana.
Mientras tanto, las películas del festival vallisoletano siguen con su inacabable rosario de proyecciones. En la sección oficial destacó un filme de la República Federal Alemana Novembermond, escrito y dirigido por una mujer, Alexandra von Grote.
Es esta una película de muy correcta estructuración, ambientación, realización e interpretación. Pero tal corrección es su techo. No hay en el filme un despunte de algo distinto, estilísticamente enérgico, ninguna sacudida de originalidad, de rigor o de audacia. Se queda la película en una bonita y convencional historia de amor entre dos mujeres, bastante bien narrada pero que sabe a poco, a cine ya visto infinidad de veces, que probablemente tiene sentido comercial pero que carece de interés en la competición de un festival internacional, donde cada película debe intentar aportar algo nuevo a la imaginación cinematográfica.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.