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Entrevista:

Cesare Musatti, "El SIDA, en el fondo, es el miedo ancestral de hacer el amor"

Entrevista con el "padre de la psicología italiana"

Juan Arias

Cesare Musatti, apellidado el "padre de la psicología italiana", el "patriarca del psicoanálisis" y también "el gran escrutador de las conciencias", acaba de cumplir 88 años. Posee una increíble lucidez, anda erguido como un junco y despide vitalidad por todos los poros. Le llaman también el "Pertini de la psicología" porque, como el ex presidente de la República, Musatti, que tiene exactamente un año menos que él, apasiona por su espontaneidad, su inconformismo, su empeño moral y político y porque es capaz de cantarle las cuarenta al lucero del alba. Y ambos tienen una mujer 30 años más joven. En esta entrevista, Musatti asegura que "el SIDA, en el fondo, es el miedo ancestral de hacer el amor"

Musatti, por cuyo gabinete de psicoanálisis ha pasado media Italia, desde los más pobres a los más famosos, empezó estudiando matemáticas. Pero enseguida su curiosidad se fue hacia la epistemología de la psicología. A los 29 años había publicado ya Análisis del concepto de realidad empírica, y sucedió en la cátedra de Psicología a su famoso maestro Vittorio Benussi. En 1938 fue expulsado de la universidad y perseguido al ser judío y de izquierdas.En 1948 obtuvo la cátedra de Psicología de la Universidad de Milán y fue nombrado presidente de la Asociación de Psicoanálisis de Italia. Pertenece a la generación de psicoanalizados por los primeros discípulos de Sigmund Freud. Desde entonces, Musatti ha sido el psicoanalista más popular y prestigioso de Italia. Es como una especie de padre cascarrabias y tierno al mismo tiempo, interesado por todo lo nuevo y profundamente optimista. Cada vez que algo negro explota en el mundo o en su país, en los momentos de desamparo o de pánico, la opinión pública quiere saber lo que piensa Musatti.

Lo primero que se advierte ante Musatti es su gran capacidad de ironía y de autoironía, la viveza de sus ojos azules, su veneciana desenvoltura de lenguaje.

Pregunta. ¿Por qué este país que usted tanto ama y del que tantas cosas negras se dicen es tan adora do por los extranjeros?

Respuesta. La fascinación que Italia ejerce fuera se puede condensar en esta frase: "Ma chi te lo fa fare". [Una frase de dificil tra ducción que podría significar algo así como "Y qué más te da )"o bien "Qué te importa ) ".] "Atrae de Italia, sobre todo en los países demasiado estructurados, su falta de seriedad, de empeño en las cosas, su elasticidad congénita su rechazo a dramatizar y absolutizar. Es un elemento negativo en nuestra vida política fácil a la corrupción. Pero al mismo tiempo a muchos en el extranjero encanta el que nuestros políticos por la mañana puedan tirarse de los pelos y por la t arde irse juntos a comerse una pizza o que a la fiesta comunista de L'Unita vaya a hablar el líder del partido católico".

El patriarca se echa para atrás en su silla riéndose a carcajadas como un niño travieso. Le gusta que le digan que es joven. Pero enseguida autoironiza: "¿Sabe que yo nací sietemesino y enclenque?

En mí todo era pequeño menos mí nariz. El médico de familia me mandó recién nacido a la montaña para ver si me podía salvar. Y he vuelto desde entonces cada año 88 veces, y me he casado cuatro veces". Pero al mismo tiempo que bromea, Musatti es un hombre sereno con la muerte: "He decidido no aceptar ningún paciente para psicoanalizarlo porque soy viejo, no puedo vivir eternamente y usted sabe el trauma que es para un paciente el que se le muera durante la terapia su maestro".

Lo que le preocupa a Musatti no es la muerte, sino su "prolongación artificial e inútil". Y afirma serio: "Mejor la eutanasia.

Una exportación

P. Italia y el mundo están preocupados, casi obsesionados con el nuevo fantasma del sexo: el S IDA. ¿Cómo ve usted el problema desde su laboratorio psicoanalítico?R. En el fondo es el miedo ancestral de hacer el amor. Cuando yo era joven nos metían miedo con la sífilis. Ahora, el sentido de culpa despierta todo lo que toca el sexo se revela con otros monstruos. Del cáncer hay que tener miedo, no del amor. Este nuevo sentido de culpa llega de Estados Unidos, y, como todo lo de aquel País, desde la bomba atómica a las guerras estelares se agiganta fuera enormemente. Todo lo que nace allí, hasta el SIDA, nos lo presentan como monstruos imponentes.

P. ¿Le da miedo a sus 88 años la bomba atómica?

R. La bomba atómica, no cabe duda, es algo espantoso. Pero personalmente creo que la única solución es el equilibrio de fuerzas. No habrá posibilidad ninguna de renunciar al uso de la bomba si Estados Unidos y la Unión Soviética no se convencen profundamente de que en caso de agresión no existirán esta vez ni vencedores ni vencidos. El potencial atómico actual es tan ingente que aún un país destruido al 95% puede en seguida acabar destruyendo a su adversario. Sólo si los técnicos se convencieran de esta verdad acabarían renunciando todos a la bomba.

Nacido para morir

P. Usted que tanto ha buceado en el subconsciente del hombre, ¿qué idea se ha formado del llamado rey de la creación?R. Que es un pobrecillo nacido en esta tierra para morir. Pero precisamente porque conozco los pliegues más ocultos y secretos de este pobre hombre creo en él al final. Por eso estoy convencido de que1a humanidad no acabará aceptando la locura de un suicidio colectivo atómico.

P. Usted parece preocupado profundamente por un problema que agita hoy a este país: el de los delincuentes arrepentidos que empujan a los jueces a llenar las cárceles y a veces a la tentación fácil de juzgar y condenar a partir de simples acusaciones sin pruebas de un asesino.

R. Es una cosa monstruosa. Yo comprendo que el Estado tiene que defenderse contra el terrorismo y la delincuencia organizada, pero las acusaciones sin pruebas de un asesino arrepentido que sabe que puede salvarse de una cadena perpetua sólo acusando a otro es horrible, espantoso. Yo estoy especializado en psicología del testimonio. Los mismos jueces me presentan casos muy delicados. El último, el de una persona que iba a ser condenada a cadena perpetua sólo por la acusación anónima de un arrepentido que no presentaba más pruebas que su afirmación. Lo rechacé en seguida afirmando que era absurdo.

Y a este punto, Musatti anticipa algo que está escribiendo, inédito, sobre este delicado tema que provoca hoy agitación y polémica en la clase política, la magistratura y la opinión pública en Italia: "Se trata de una historia imaginaria, pero fundada en mi experiencia personal. Finjo que un paciente mío en un cierto momento de la terapia se siente obligado en conciencia a acusarme ante la policía. Durante el psicoanálisis ha sabido que mi maestro de Psicología y psicoanálisis a quien yo sustituí como catedrático en la Universidad de Padua se suicidó y que yo oculté aquel suicidio a la policía para no empañar su fama. Supo también que mis tres primeras mujeres (ahora estoy casado con la cuarta mujer de mi vida) murieron trágicamente. Y en esa relación de amor y odio que se desencadena en la terapia mi paciente llega a la conclusión de que fui yo quien asesinó a mi maestro, y a mis tres Pobres mujeres. Y corre a denunciarme a la policía. Y la policía decide convocarme para tirarme de la lengua".

"Y en la conversación salió a relucir el tema del suicido de mi maestro: "Sí, comisario, yo lo hallé muerto con el vaso de cianuro sobre la mesa. ¿Por qué no lo denunció? Para defender su fama. ¿Pero no sabía que era un delito? Sí, pero amaba mucho a mi maestro, que era tan famoso. Sin embargo usted le sucedió en la cátedra. Es verdad, y además yo siempre había dicho que acabaría siendo yo su sucesor". Y el comisario sigue: 'También se le murieron sus tres primeras mujeres. Es verdad, y he tenido siempre mucho sentido de culpa por estas cuatro muertes".

"En este punto, el comisariopregunta a bocajarro: 'Confiese, profesor Musatti. ¡Fue usted quien mató a su maestro para obtener su cátedra y a sus mujeres para casarse con otras más jóvenes!'. Yo le respondo: 'Es cierto, en mi subconsciente he vivido como responsable de estás muertes'. El comisario, que no entendía de subconscientes, decide: 'Lo siento, profesor, pero tengo que detenerle'. Y yo le respondo: 'No es posible, comisario, por . que se trata de delitos cometidos hace más de 50 años y han prescrito".

P. A usted, que ha psicoanalizado a tantas personalidades de todos los colores, ¿le gustaría tener como paciente al papa Wojtyla?

R. No, porque antes de aceptar a un paciente, el psicoanalista necesita de algún modo amarlo, identificarse con él, y yo con este papa difícilmente podría identificarme porque es demasiado conservador y restaurador, un hombre que intenta imponer a los otros la fuerza de su personalidad. (Después sonríe y añade): Además estoy seguro que no aceptaría nunca psicoanalizarse.

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