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Grupos de argelinos se hacinan en el aeropuerto de Barcelona en espera de regresar a su país

El vestíbulo del aeropuerto de El Prat (Barcelona) se ha convertido, desde la entrada en vigor de la ley de Extranjería, el pasado 24 de julio, en un campamento de emigrantes argelinos que esperan obtener una plaza en un avión que les permita regresar a su país. El grupo de argelinos suele oscilar entre las 100 y las 150 personas, y alguna de ellas se ha visto obligada a permanecer durante 10 días en el vestíbulo hasta poder obtener la tarjeta de embarque. Los responsables del aeropuerto y de las líneas aéreas Iberia y Air Algérie aseguran que no pueden resolver el conflicto, que está provocando problemas de orden público y sanitarios.

Cada día, desde el pasado mes de julio, un avión de las líneas aéreas Iberia o Air Algérie despega del aeropuerto de Barcelona con dirección a Argelia. El avión va al completo, pero deja en el aeropuerto de El Prat un buen número de súbditos argelinos que esperan obtener una plaza en el próximo vuelo. Periódicamente, Iberia o Air Algerie fletan un vuelo especial y limpian las listas de espera, pero pocas horas después nuevos súbditos argelinos esperan salir hacia su país.Durante el tiempo que dura la espera, que en alguno de los casos ha llegado a ser de dos semanas, los súbditos argelinos viven en el aeropuerto, duermen en los sillones de los vestíbulos y comen en el bar de la estación de Renfe cercana. Permanecen siempre alerta, vigilándose los unos a los otros, esperando el mensaje de los altavoces y de las pizarras, o que la azafata encargada de las tarjetas de embarque cante su nombre. Algunos de estos viajeros se han quejado de dolores de estómago y de cabeza, y han acudido al botiquín del aeropuerto para reclamar asistencia.

La espera de los súbditos argelinos ha provocado numerosos altercados con la policía, con los empleados de las líneas aéreas y con los demás viajeros. El último incidente se produjo el pasado jueves, cuando un numeroso grupo de argelinos se amontonó junto al mostrador en el que se daban las tarjetas de embarque del vuelo de Air Algerie, taponando los accesos de los vuelos internacionales. La policía tuvo que intervenir y cargar con dureza contra los viajeros frustrados.

Entrar en España

En medios policiales se asegura que la mayor parte de estos viajeros llegó a Barcelona con un billete de ida y vuelta a su país, alegando hacer turismo, para poder superar así los controles de inmigración, desplazarse con tranquilidad por Cataluña, tratar de conseguir algún empleo, y, a la larga, lograr, por la vía de los hechos consumados, la residencia en nuestro país. Ésta era la fórmula que usualmente venían utilizando los viajeros norteafricanos que de una manera irregular querían establecerse en España.Los controles policiales establecidos en la ciudad de Barcelona y en el cinturón industrial, con la entrada en vigor de la ley de Extranjería, han provocado que muchos se sintieran acosados y decidieran regresar a casa inmediatamente, reclamando de las líneas aéreas la tarjeta de embarque. Al no ser atendidas estas reclamaciones, algunos de los viajeros han optado por esperar pacientemente en el aereopuerto de El Prat. Los más osados manipulan los billetes, logran la tarjeta de embarque, cruzan los controles aduaneros y policiales y llegan incluso hasta la puerta del avión, pero finalmente son descubiertos y devueltos al vestíbulo de El Prat.

Ni los responsables del aeropuerto, ni las compañías áreas han podido, por ahora, resolver el problema. El director del aeropuerto de El Prat, Moisés Valdesogo, aseguró ayer que estaba muy preocupado por el conflicto, ya que está provocando problemas de orden público y sanitarios. Añadió que había denunciado el caso a los responsables de las compañías aéreas, a Aviación Civil y al Gobierno Civil de Barcelona. El jefe de escala de la compañía Air Algerie, que ocupa este destino desde hace escasas semanas, se ha desentendido del problema. Aseguró ayer a este diario que se sentía incapaz de resolver el conflicto.

Un portavoz de Iberia afirmó que su compañía estaba dispuesta a solucionar el conflicto provocado por el regreso masivo de estos súbditos extranjeros y que reiteradamente se había puesto a disposición de los argelinos una tripulación y un aparato para realizar un viaje extra. Agregó, sin embargo, que las autoridades de Algerie, inexplicablemente, no habían dado luz verde a algunas expediciones.

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