El año de la paz
Dicen los más informados que 1986 va a ser el Año Internacional de la Paz (así, con mayúsculas). ¡Estamos de enhorabuena! Cuánta "gente de buena voluntad" nos va a hablar de paz en este año próxímo, mientras, por detrás, nos ingresan en la OTAN, venden flamantes tanques a Pinochet y sancionan a cuanto objetor o pacifista se les ponga por delante. Pero eso no tiene nada que ver con la paz, eso es, simplemente, realismo. ¡Estamos de enhorabuena!Pero bueno, ¿es que nos hemos vuelto todos tontos, o es que ya ni siquiera nos afecta tanto cinismo? ¿Es que alguien se cree que a Reagan (o a Gorbachov, que tanto monta) les importa algo nuestra paz, nuestra supervivencia? ¿Y la ONU, financiada y controlada políticamente por ellos, más allá de las buenas palabras? No, si el año 1986 llega a ser realmente un "año de paz" (con modestas minúsculas) no será gracias a la ONU ni a los poderes establecidos. Lo será únicamente si nosotros, los ciudadanos de a pie, lo logramos, enfrentándonos a tanta palabrería y obligándoles a renunciar a sus veleidades belicistas y armamentistas. Tarea que, como vemos, es ardua.
En el campo teórico, es importante (como afirma J. M. Rodríguez Delgado en su reciente artículo) la investigación sobre opciones pacíficas realistas a todos los niveles; sería necesario para ello que intelectuales y científicos tuviesen la audacia y la voluntad de constituir (aquí y ahora) un colectivo o colectivos de reflexión e investigación sobre el tema. En la práctica, si realmente queremos la paz, tenemos mucho por lo que luchar: contra la OTAN, contra la militarización de la sociedad, contra los gastos militares... Una lucha que ha de ser eficaz, una lucha que es realmente pacifismo (esto es, lucha por la paz).-
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