Dos Españas, dos historias
"Con tiros de arcabuz, golpes de espada y soplos de peste, avanzaban los implacables y escasos conquistadores de América". Esta frase del escritor uruguayo Eduardo Galeano viene a resumir lo que para muchas personas amantes de la verdad y ajenas a todo patriotismo fue la conquista americana por parte de la Corona de Castilla. Esto, más o menos, es lo que enseñaban en la trastienda de nuestras escuelas los maestros y profesores que se saltaban a la torera los textos oficiales del fascismo; esto era lo que se podía leer en los libros prohibidos por Franco, lo que defendían los demócratas y antifascistas que no comulgaban con lo de "por el imperio, hacia Dios". Muchos de los que tuvimos el privilegio de ir a la Universidad recordamos que ésta era la versión de la conquista que nos daba, por ejemplo, Alfonso Lazo, uno de los próceres del PSOE en Andalucía y profesor de Historia en la universidad de Sevilla; textos de éstos, heterodoxos, podíamos comprar en la librería Antonio Machado de Sevilla, regentada por el entonces librero y director de teatro Alfonso Guerra.Pero ahora, el PSOE ha desenvainado una mohosa y rancia espada toledana y se ha lanzado por rutas imperiales"; de la mano de Felipe y compañía, la conquista americana vuelve a ser una gloriosa gesta; Colón, Cortés y Pizarro son retratados como unos héroes; el expolio de América, como una obra civilizadora, y el exterminio de los indios americanos, como una labor evangelizadora en la que las epidemias fueron el castigo divino a tanto infiel como había por aquellas tierras.
Y para mejor hacernos tragar la píldora y mejor combatir las escasas voces airadas que se han levantado contra tanta falsedad, ahora sale todo un señor catedrático que desempolva viejos códices y nos demuestra sin lugar a dudas que nunca hubo masacres de indígenas en las Antillas. Don Francisco Guerra, -profesor de la facultad de Medicina de la universidad de Alcalá de Henares, viene a desmentir, en momentos muy oportunos, cosas como ésta, que escribía nada menos que don Jaime Vicens Vives: "( ... ) mientras que capataces y arrendadores exprimen al indio y le hacen trabajar a golpe de látigo ( ... ) Consecuencia inmediata es el rápido declive de la población indígena,( ... ); de los casi 500.000 indígenas que habitaban La Española en 1492, restaban sólo unos 32.000 en 1514
Como un Léon Degrelle cualquiera defendiendo la causa y buen nombre de los nazis, este experto en legajos viene a decir que todo esto es mentira, que el descenso de la población indígena de las Antillas fue causado por las enfermedades. Y va más allá: la viruela, por ejemplo, no la trajeron los españoles, sino ¡un negro africano! (se tienen bien merecido lo de Suráfrica), que, para más inri, fue llevado a América por los portugueses (a ver cómo se zafa ahora de la patata caliente Mario Soares). El otro culpable, el gran descubrimiento de esta eminencia, fue la gripe, que, por supuesto, tampoco la llevaron los españoles!, sino ocho cerdas (obsérvese el sutil machismo de que hace gala nuestro listillo), que, por lo demás, no procedían siquiera de las dehesas extremeñas, sino de la isla de La Gomera. Ya lo vemos todo muy claro: los guanches -los pocos que dejaron los Betancourt o Fernández de Lugo y sus mesnadas- fueron los que contagiaron la enfermedad a los indios americanos.
Y así, por los desvelos de este ilustre investigador -al que habrá que recompensar, por lo menos, con la Laureada de San Fernando-, podremos celebrar con la conciencia tranquila el V Centenario del Descubrimiento, que es al fin y al cabo de lo que se trata. Lo otro no son más que historias de los progres de los años sesenta o renuevos de la consabida leyenda negra antiespañola.
Gustosamente, esa historia, esa triste y negra historia, se la dejamos al PSOE y sus ratones de biblioteca; nosotros preferimos reconocer la gran deuda histórica que tenemos contraída con los pueblos latinoamericano, canario, saharaui, etcétera, y nos quedamos y asumimos con orgullo la historia de los irmandiños, los guanches canarios, los incas y aztecas, los comuneros de Castilla, los moriscos granadinos, los payeses de Remensa, El Empecinado, los campesinos andaluces, Abd al Krim, los milicianos de la guerra civil, los maquís de la sierra, los del proceso de Burgos, los fusilados del 27 de septiembre, los mineros asturianos y los obreros de Sagunto o Euskalduna. Ésa sí es nuestra historia, la de los oprimidos, la del pueblo.-
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