El Gobierno y las Fuerzas de Defensa panameños se movilizan para responder al desafío de la oposición

Más de 100.000 personas, según las organizaciones convocantes, pidieron el miércoles la creación de una comisión investigadora del asesinato del guerrillero Hugo Spadafora, cuyo cadáver, decapitado, se encontró el 14 de septiembre. Como réplica, el Gobierno y las Fuerzas de Defensa (antigua Guardia Nacional) organizaron ayer otra manifestación, usando todos los recursos del Estado. Al cierre de esta edición, no se conocía aún la afluencia a esta segunda marcha.

Las oficinas públicas fueron cerradas ayer a las nueve de la mañana para permitir que los funcionarios acudiesen a la marcha oficialista. La Cadena Nacional de Radio interrumpió las emisiones privadas para animar a la población a participar. Durante todo el miércoles lo canales de televisión emitieron un anuncio que convocaba a la manifestación, en el que se reivindicaba la figura del ex presidente Omar Torrijos, muerto en 1981 cuando viajaba en una avioneta.Miembros de las Fuerzas de Defensa participaron en la colocación de pancartas a favor de la marcha oficialista, y los muros de media ciudad fueron pintados con la leyenda No a la sedición.

A la oposición, sin embargo, le bastó anunciar la presencia de Arnulfo Arias para que miles de personas acudieran a su marcha a escuchar al octogenario dirigente decir que le gustaría que los panameños trabajasen como los suizos.

En la manifestación del miércoles participaron también los dirigentes de la fuerza de oposición más activa de este país, la Democracia Cristiana, y de la Coordinadora Civilista Nacional (Cocina), una organización dirigida por maestros y médicos, que en los últimos meses se ha convertido en la de más capacidad de convocatoria de Panamá. El grito más repetido a lo largo de la marcha, que duró alrededor de cinco horas, fue el de "Noriega, asesino", en referencia al general Manuel Antonio Noriega, jefe de las Fuerzas de Defensa.

La polarización de la población evidenciada por estas dos manifestaciones ha alarmado a los comentaristas políticos del país, que han llegado a hablar del peligro de una guerra civil. Ese riesgo, que puede amenazar más a otras zonas de Panamá donde las rivalidades políticas se confunden con el tráfico de drogas y armas, no parecía inminente a juzgar por una manifestación como la del miércoles, tan masiva como pacífica.

Por otra parte, Estados Unidos ha calificado de infundadas las acusaciones que altos mandos de las Fuerzas de Defensa panameñas hicieron contra funcionarios norteamericanos, a los que citaron como instigadores de un "plan sedicioso" contra Panamá. Las acusaciones figuran en un informe presentado al Consejo de Estado por el jefe de la Inteligencia Militar Panameña, Julio Young. La Embajada norteamericana en Panamá señaló que las referidas acusaciones no tenían fundamento alguno.

Los observadores panameños tampoco conceden gran credibilidad a las acusaciones vertidas contra Estados Unidos, y círculos de la oposición señalan que se trata de una maniobra de distracción organizada por el Gobierno.