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La política económica condiciona las elecciones del domingo en Bélgica

Andrés Ortega

Ahora, Ya es hora, ¿de qué?, son lemas que abundan en las calles de Bélgica en una tediosa -quizá por la obligatoriedad del voto- campaña electoral que culminará el próximo domingo con la elección de un nuevo Parlamento (Senado y Cámara de Diputados) y nuevos consejeros provinciales. Un auténtico enfrentamiento izquierda-derecha sólo es patente en Flandes. En general, los debates están animados por la situación económica, especialmente por lo relacionado con el poder adquisitivo y la reducción de los impuestos, cuestiones que probablemente determinarán los resultados de los comicios.Desde el final de la II Guerra Mundial, Bélgica ha tenido 32 Gobiernos. El último, el denominado Martens V de coalición democristiano-liberal, surgido de las elecciones de 1981, ha sido uno de los más estables.

Predecir qué va a pasar es dificil en un país donde la publicación de los sondeos de opinión está prohibida en los 30 días anteriores a las elecciones (el último daba un 39% de indecisos e indicaba que la actual mayoría se quedaría a cuatro escaños de volverlo a ser).

Bélgica es el único país federal del mundo en el que no existe un partido de ámbito nacional. Flamencos y valones tienen cada uno sus propios partido socialista, liberal, democristiano o ecologista. La única excepción es el partido comunista.

Previsible asimetría

En la zona francófona, los socialistas han sido siempre el grupo más fuerte: 35 de los 91 escaños. El domingo podrían ganar más. Insisten los socialistas, como casi todos los partidos, en bajar los impuestos, especialmente de cara a las inversiones directas en bolsa. Abogan por una vuelta al sistema de subida automático de salarios y pensiones en función del coste de la vida. Se habla de la posible asimetría de un próximo Gobierno en el que podrían participar los socialistas francófonos, pero no los flamencos.Los socialistas flamencos han ido subiendo en los últimos tiempos bajo el empuje de su líder, Karel van Miert, que se presenta por Bruselas. Pero éste ha impuesto como condición a su participación en cualquier futuro Gobierno de coalición el desmantelamiento de los 16 misiles de crucero ya instalados en Bélgica. Tienen 26 de los 121 escaños flamencos, que se reparten democristianos (43), liberales (28), nací onalistas de la Volksunie (20) y ecologistas (4). La vieja imagen de un Flandes conservador frente a una Valonia socialista puede dejar de ser una realidad. Socialistas flamencos, Volksunie y ecologistas tienen en común su oposición a los euromisiles.

En las filas de la mayoría gubernamental, los democristianos flamencos siguen fuertes en su zona, y el primer ministro, Wilfried Martens, parece haber recuperado su buena imagen insistiendo en que Bélgica ya no está económicamente enferma, sino convaleciente. El paro ha comenzado a bajar (aunque está en un 14%) y la inflación ha caído. Martens podría seguir al frente del Gobierno. Los socialcristianos parecen haber perdido fuerza en la parte francófona.

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