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La asamblea del FMI en Seúl

THE WALL STREET JOURNALEl secretario del Tesoro de Estados Unidos, Baker, Volcker y el jefe del Fondo Monetario Internacional, De Larosiere, asisten a la reunión anual en Seúl para ofrecer a los países deudores una simple negociación: nuevos créditos, largos plazos, a cambio de que adopten genuinas reformas económicas para el desarrollo. Los ministros de México, Brasil y Argentina tienen pocas posibilidades de elección y se limitarán a escuchar. El problema importante para ellos y para el futuro de un tambaleante sistema financiero mundial es si aceptarán la oferta seriamente.La tentación de separarse o dispersarse será grande. Estará en juego el orgullo nacional, por un lado, y se les pedirá que acepten una amplia forma de condicionalidad, esas políticas impopulares cambian las exigencias que plantea el Fondo Monetario Internacional a sus préstamos.

Los banqueros de Wall Street tienen otra serie de objeciones. Se espera que ellos proporcionen el dinero nuevo y hasta que la contribución del Banco Mundial proceda del mercado de capitales ( ... ). ¿Quién correrá con el riesgo? Es lo que quieren saber.

Esta es, naturalmente, una buena pregunta que los bancos debían haber formulado antes de meterse en este lío. Pero está lleno de peligros ocuparse de este asunto. A los ministros de Hacienda de los países deudores y a los bancos centrales se les pide alentar máquinas políticas construidas por generales o izquierdistas. Tienen buenas razones para interrogarse si los burócratas del Fondo Monetario Internacional, que se ha especializado en organizar devaluaciones, y el Banco Mundial, que está construyendo fábricas de cemento y diques, tienen estómago para digerir esos juegos peligrosos. Al apoyar el equipo Baker-Volcker-De Larosiere, el Gobierno de Estados Unidos pone en riesgo su propia credibilidad.

Pero una mejor pregunta consistiría en saber qué sucederá si este nuevo pacto fracasa. Las economías de las naciones deudoras continuarán estancadas, haciendo que se hundan los Gobiernos ante revoluciones de izquierda o golpes de Estado militares; el mundo financiero y el sistema comercial permanecerán peligrosamente desequilibrados, con grandes mercados potenciales para el capital y productos sin vender; por problemas de deudas, los bancos continuarán estirando los préstamos y capitalizando intereses. (...).

El Grupo de los 24 y otros países afines propondrán alternativas en Seúl, la mayoría de las cuales empapelarán el mundo de préstamos incondicionales.

, 7 de octubre

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