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Reportaje:

Feliz- cumpleaños, Charlie Brown

Los personajes infantiles de 'peanuts', la popular tira cómica de Charles Schulz, cumplen 35 años

En España se dio a conocer, generalmente, como Carlitos, pero su título original era Peanuts (cacahuetes). Los nombres de los niños protagonistas (Charlie, Lucy, Linus, Schroeder ... ) y sobre todo el del perrito Snoopy se han hecho famosos por sí mismos individualmente, más allá de la denominación general, porque representan invenciones permanentes y autónomas en ese mundo de ficción que coexiste con nuestro estrecho universo real, más concretos y vivos para muchos lectores que bastantes seres que apenas sobrepasen los estrechos márgenes de la propia existencia.Día tras día han pasado ya bastantes años, quizá demasiados, aunque esta suprema longevidad no sea rara en el mundo de la narración gráfica, donde los syndicates -agencias de distribución de las tiras diarias y páginas dominicales- mantienen las series mientras representan un saneado negocío, a veces hasta la muerte física de sus autores y, en bastantes casos, más allá de esta desaparición definitiva, siempre que puedan encontrar un sustituto adecuado. En el caso de Schulz me temo que será imposible buscar otro guionista y dibujante para el día -quiera Dios que sea muy lejano- en el que no pueda ya realizar por sí mismo los dibujos e inventar nuevas historias. Aunque sólo nos quedemos en un plan puramente cuantitativo, es preciso tener en cuenta que este autor ha dibujado un promedio de cuatro dibujos diarios, seis días a la semana, y una página entera a color, con un promedio de 10 viñetas -publicadas en los suplementos dominicales de muchos periódicos y, desde luego, en numerosas reediciones extraordinarias en libros y revistas-, lo que suma cerca de 2.000 dibujos cada mes, y en ese período de 35 años llega a superar la imponente cifra de 60.000 imágenes, realizadas una a una, manualmente, y no de cualquier manera, sino formando parte de una historia viva, siempre aguda y llena de ingenio, a menudo conmovedora y a veces auténticamente su blime. Los peanuts sólo están poblados por niños y nunca ha aparecido en sus páginas ningún adulto, pero no se trata de una lectura infantil, aunque pueda dejarse sin el menor temor en las manos de los más pequeños, sino de un hallazgo general que vale para todos los seres humanos, niños, jóvenes y adultos, de cualquier edad, sexo y condición, porque el genio de Schulz ha sabido crear un producto que entre sus muchos méritos cuenta el de poder adaptarse símultáneamente a todas las personas. No es poco, desde luego, si tenemos en cuenta, además, que las creaciones gráficas de este artista han dado el salto desde las páginas de la Prensa para inundar e mundo contemporáneo y se aplican a la publicidad, la enseñanza la educación cívica y casi a cualquier propósito imaginable, siem pre que éste conserve la honestidad que resplandece en las creaciones de Shulz.

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¿Cuántos lectores se divertirá -o emocionarán, según los casos- con las aventuras diarias de estas pequeñas criaturas? Es muy difícil contarlos con precisión pero, con toda seguridad, serán bastantes millones de aficionados entusiastas, a los que hay que sumar los que siguen las películas de dibujos animados y las series de televisión inspiradas en sus peripecias (mucho menos afortunadas que las desarrolladas en el papel, desde luego, y a las que es ajeno el dibujante, y los que coleccionan. las antologías, revistas, libros, enciclopedias y textos diversos donde aparecen esos personajes. No es un fenómeno reducido, pues, sino una auténtica revolución (gráfica y literaria a la vez) que ha dado la vuelta a la iconografía habitual de la infancia y juventud de todo el mundo.

Largo aprendizaje

Pero la maestría resplandeciente de Schulz no es el resultado de una inspiración momentánea, sino consecuencia de un largo proceso de aprendizaje que se hace más evidente al ver sus primeros dibujos publicados al final de la II Guerra Mundial, al iniciar su carrera profesional en pequeñas revistas católicas de Estados Unidos, como Timeless Topix, y a partir de 1948 (tenía entonces 24 años) en revistas de circulación nacional e internacional, como el famoso The Saturday Evening Post. En esas primeras imágenes aisladas -cartoons, en la jerga norteamericana- están ya esos mismos niños, inimitables, pero el trazo es aún elemental y torpe, sin la soltura y la elegancia que hoy brilla en cada una de sus líneas. Un año antes había empezado a publicar también en el Sunday St. Paul Pioneer una página de aventuras infantiles, denominada Li'l Folks, que duró un par de años, pero todos estos ensayos preliminares concluyen el día 2 de octubre de 1950, cuando una agencia conocida internacionalmente, la United Features Syndicate, acepta su propuesta para distribuir diariamente las tiras bautizadas con el nombre de Peanuts, protagonizadas por el pequeño Charlie Brown (así se llamaba uno de sus amigos personales) y sus compañeros.Al principio, confesó Schulz, había sólo cuatro personajes -Patty, Shermy, Charlie y Snoopy-, y él no estaba muy seguro de cuál iba a ser el protagonista, hasta que, poco a poco, Charlie se convirtió en el antiliéroe neurótico y atormentado -dentro de un orden, claro está- que intenta convivir con sus problemas, sin lograrlo demasiado, Snoopy, el perro inconfundible y personal que no se parece a ningún otro, acabará siendo la invención más interesante y atractiva de todas las que pueblan ese interminable universo de papel. El paso de los años ha traído nuevos personajes que amplían el mundo provinciano y entrañable del artista -siempre con los adultos fuera de las viñetas, por supuesto- en torno a unos pocos núcleos narrativos recreados a partir de la vida cotidiana estadounidense, mientras Snoopy se convertía, quizá sin un plan previo, en el héroe absoluto e inimitable de la serie.

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