Ofensiva del sector privado contra el monopolio estatal en las telecomunicaciones
La batalla internacional por la información, que ahora se centra en las telecomunicaciones, parece haber alcanzado su punto álgido. Los esfuerzos por repartirse el sector de las comunicaciones que mayores beneficios económicos proporciona y, probablemente, también mayores repercusiones sociales produce, enfrenta no sólo a países ricos y pobres, sino sobre todo a los países desarrollados entre sí.
Éste ha sido el punto central del debate que ha mantenido un grupo de expertos y responsables de órganos y empresas multinacionales y nacionales de telecomunicación en la 4ª Conferencia Intelevent, que se clausuró ayer en Cannes (Francia).Los empresarios norteamericanos, patrocinadores de este encuentro, se han mostrado absolutamente partidarios de la libre competencia, así como de la liberalización y desregularización del mercado. Junto a ellos -entre los que hay que citar a representantes de empresas como IBM, AT&T, Orion Satellite y Cable and Wireles PLC, entre otras muchas- se han alineado empresas japonesas como Mitsubishi e incluso organizaciones británicas como Oftel, encargada de llevar a feliz término la liberalización o el paso a manos privadas de la British Telecom.
Directivos y destacados representantes de las principales organizaciones mundiales de telecomunicación, como la Unión Internacional para las Telecomunicaciones (UIT), Organización de Telecomunicación Internacional por Satélite (Intelsat) y Organización Europea de Telecomunicaciones por Satélite (Eutelsat), han mostrado su preferencia por mantener, mejorados, los sistemas nacionales de telecomunicación, aunque formalmente han explicado que no es su labor inmiscuirse en los asuntos internos de los países miembros. En el caso de Eutelsat los países miembros coinciden con los monopolios de telecomunicación.
Los próximos años serán decisivos para la configuración de los servicios mundiales y nacionales de telecomunicación, el sector más vanguardista y rentable de las comunicaciones, especialmente en el umbral de la era de los satélites. En este período, que se calcula entre tres y cinco años, deberá decidirse el sistema de administración que se va a adoptar para dichos servicios: si va a continuar el monopolio (como sucede en los países de Europa) o, por el contrario, va a triunfar el de libre competencia (caso de Estados Unidos y Japón).
Hasta hace muy poco nadie se planteaba la posibilidad de que fueran las empresas privadas las que ofrecieran los servicios de telecomunicación. Las complicadas y costosas tecnologías hacían prohibitiva la entrada del sector privado en este campo. Pero ahora, el avance tecnológico, el aumento de los usuarios y, sobre todo, el mercado rentable de las telecomunicaciones han hecho que las empresas privadas comiencen a reclamar su participación y pidan que se ponga término al monopolio que mantienen los Gobiernos a través de sus PTT (únicos distribuidores nacionales de las telecomunicaciones).
Richard E. Colino, director general de Intelsat, expresó esta lucha en los siguientes términos: "Ahora el grito de guerra que acompaña a determinadas sociedades coincidiendo con la explosión de la información reviste la forma de una cacofonía cada vez más intensa referida al debate sobre la desregularización". Otros europeos representantes de los PT han calificado esta tendencia privatizadora como un "virus importado de América". Los partidarios de la liberalización de los monopolios de telecomunicación se apoyan tanto en criterios y hechos tecnológicos -grandes avances y extensión a todos los ciudadanos- como en criterios económicos y políticos.
Estiman estas empresas que los monopolios constituyen, por una parte, una barrera y un obstáculo para el desarrollo, y, por la otra, que son demasidado rígidos como para adaptarse al mercado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.