Turismo en Madrid
Aunque sea ya fin de la temporada turística, quiero romper una lanza en favor del maltratado y peor calificado barrio de Malasaña, de Madrid. Estamos a 4 de septiembre, y un grupo de amigos, estudiantes universitarios, nos dirigimos a tomar la penúltima al citado barrio. Torcemos por Fuencarral hacia la derecha, viniendo de Moncloa, y volvemos a torcer a la derecha por la calle de San Vicente Ferrer, y acabamos por aparcar el coche en la Corredera Alta de San Pablo. Durante el breve recorrido (escasos tres minutos) fuimos literalmente asaltados por probos ciudadanos ofreciéndonos ¡chocolate! "¿Queréis chocolate?", con un desenfado e impunidad que nos dejó pasmados. (¡Bueno!, pensamos: Esto es un país libre, cada uno escoge el empleo que quiera y se olvida de que tal actividad puede estar penada y... ¡además!, que compre mierda quien quiera. ¿Drogas? No, gracias).Reiniciamos el recorrido, ya a pie, por la citada calle, en la cual tomamos esa penúltima cerveza. A la escasa media hora, siendo ya la de retirarse, hacia las 12.30, nos encontramos en el coche una nueva nota del tipismo y del folclor de Malasaña. Haciendo gala de una extraordinaria maestría, limpieza y rapidez, algún habitual de la zona nos había limpiado el radio casete del coche, demostrándose que esta actividad y la de camello han de tener los índices de paro más bajos de la zona. Pronto lo comprendemos: España es ya un Estado social y democrático de derecho, en el que se propugnan como valores superiores el desarrollo de la personalidad humana, la justicia y la igualdad. Moraleja: todos somos iguales, pero unos más que otros.- Enrique Domínguez Hernández.
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