Preocupación por la suerte de 58.000 españoles
El Gobierno español no ha podido determinar, debido al aislamiento en el que el terremoto ha dejado a México, en qué medida han resultado afectados los 58.000 españoles residentes en aquel país americano (26.000 en la capital). A falta de todo tipo de información oficial y de contacto con México, los familiares de los españoles que viven en ese país acudieron a los medios de comunicación en demanda de noticias. La centralita de este periódico recibió decenas de llamadas. Las dramáticas imágenes ofrecidas por la televisión y la confusión reinante anoche sobre el alcance real de la tragedia aumentaron la angustia de los parientes. La única información directa provino de los radioaficionados.La única emisión de radio desde la Embajada de España en México captada en Madrid informó, según la Oficina de Información Diplomática, que había sido ya confirmada la muerte de una española llamada Ángeles Domínguez.
El Gobierno decidió anoche acudir de inmediato, "con cuanta ayuda sea posible", en socorro de México, y la Cruz Roja Española preparaba un avión con asistencia inmediata. El aparato, un Hércules militar, llevará 16 toneladas de mantas, tiendas de campaña, medicinas y otro material de auxilio.
La Moncloa señaló a las 2.30 horas de hoy que el avión mantuvo en suspenso su salida a petición de la representación diplomática mexicana, hasta que se conociesen con precisión las necesidades.
El Ministerio de Defensa ha dispuesto, por su parte, que todos los aviones DC-8 y Hércules pertenecientes a la fuerza aérea española estén en situación de alerta para transportar hacia México toda al ayuda que aquel país necesite en el menor tiempo posible.
El ministro español de Sanidad, Ernest Lluch, pasó anoche varias horas en la embajada de México en España para intentar precisar el tipo de necesidades más urgentes. Los funcionarios de la representación diplomática atendieron durante la noche numerosas llamadas de familiares de residentes en México, que no pudieron encontrar respuesta por la falta de comunicaciones. El propio embajador, Rodolfo González, no conocía anoche qué había sido de sus hijos, que viven en una casa del centro de la capital de México.
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