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Terremoto en México

El derrumbe de una ciudad

J. C. Ni la laguna de Tlatelolco ni la ingeniería antisísmica han podido salvar esta vez a la ciudad de México. Construida sobre una laguna, como dice la canción, ésta ha sido su única defensa durante más de cuatro siglos ante los terremotos. Este amortiguador natural ha permitido que la arquitectura virreinal llegue hasta nuestros días a pesar de las veleidades de un subsuelo que se mueve de forma casi permanente. La vieja ciudad ha sido, según los primeros informes, la más afectada por el movimiento sísmico registrado ayer.

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En ese primer cuadrante, diseñado por los arquitectos de Cortés, las casas se derrumbaron como "castillos de naipes", según imágenes de televisión captadas en el sur de Estados Unidos. El abandono de los edificios coloniales los había convertido en albergue de los mexicanos más desposeídos. Pero tampoco los inmuebles del Gobierno han aguantado. Los ministerios de Marina y Educación se mencionan en la lista de los que no podrán sobrevivir. Algunos que a duras penas se sostienen en pie tendrán que ser derribados.Desde ese viejo corazón de la ciudad que es el Zócalo, adonde se asoman la catedral y la sede de la Presidencia, la destrucción se extendió también a la zona administrativa y bancaria, que tiene su eje en el paseo de la Reforma. Al menos tres hoteles (Continental, Regis y Romano), levantados sobre cimientos a prueba de terremotos, han quedado destruidos. A las 7.15, casi todos sus huéspedes dormían.

La Zona Rosa, cita obligada de turistas, tardará en recuperar su ritmo. Más al Sur, las colonias Roma, Condesa y Del Valle, dormitorio mesocrático, han surgido en las pantallas de televisión como una sucesión de calles donde los escombros se amontonan por encima de los coches aparcados.

Sobre el plano de la ciudad, la huella de la catástrofe se extiende hacia el Noreste, hasta los enormes bloques de Tlatelolco y el municipio obrero de Azcapozalco, que, según la agencia France Presse, son los distritos más afectados. El 35% de los edificios no pudo sostenerse en pie. Ninguno con más de cuatro plantas ha quedado intacto.

Millones de mexicanos trataron durante los primeros momentos de huir en automóvil, presas del pánico. Los escombros les cerraron el paso., En las horas siguientes se echaron a la calle en busca de sus familiares. La mayor metrópoli del mundo se convirtió así en una ciudad de caminantes marcados por la angustia.

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Ni siquiera los símbolos se sostienen-ante los seísmos de esta magnitud. Televisa, un consorcio privado de televisión que sigue a las tres grandes cadenas norteamericanas en el ranking mundial, vio caer una enorme antena instalada en el centro de la capital mexicana. Dos de sus trabajadores figuran entre los posibles muertos. El monumento a la Revolución es sólo un montón de escombros. Los telespectadores estadounidenses pudieron ver con claridad en los informativos de la tarde que sobre los cascotes flameaba sólo la bandera tricolor.

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