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Nueva fase en la carrera militar EEUU-URSS

Importantes voces disidentes temen en EE UU que el arma antisatélite abra el camino a la guerra en el espacio

Francisco G. Basterra

El júbilo de la Administración Reagan y del Pentágono por el éxito de la primera prueba ,de la polémica arma antisatélite contra un objetivo en el espacio ha sido respondido inmediatamente con las dudas de quienes creen que el Gobierno ha emprendido un camino equivocado que complicará los actuales intentos de control de armamentos. Científicos, antiguos responsables de negociaciones con la URSS sobre limitación nuclear y congresistas demócratas dijeron ayer que la prueba ASAT es un golpe al proceso de control de armas, y expresaron su temor de que conduzca a una carrera militar en el espacio.

Los militares sostienen, sin embargo, que el experimento era necesario para corregir "el serio desequilibrio" existente entre las capacidades antisatélite de las dos superpotencias. La URSS cuenta desde principios de los años setenta con un arma antisatélite que ha probado en bastantes ocasiones. Los expertos estadounidenses consideran, sin embargo, rudimentario su sistema de lanzamiento y su precisión. Para la Casa Blanca, la prueba ASAT será "un incentivo" que persuadirá a la UR SS a negociar más seriamente la limitación de este tipo de armas y de otros sistemas nucleares.Esta teoría refuerza la impresión de que Reagan dio la luz verde a la prueba por motivos políticos y para contar con una baza más de negociación y presión sobre los soviéticos, cara a la cumbre de noviembre en Ginebra y a las negociaciones que se reanudan esta semana en Berna.

Reagan despidió el viernes a los negociadores norteamericanos en Ginebra con una declaración en la que urge a Gorbachov a presentar "propuestas concretas", que traduzcan su sugerencia de aceptar una drástica reducción de sus arsenales nucleares. El presidente no dio ninguna indicación de un cambio de postura en la negativa a negociar limitaciones en el polémico sistema de defensa en el espacio, que bloquean el diálogo con Moscú.

Paul Warnke, el principal negociador norteamericano en el tratado SALT II, criticó ayer la bondad de la prueba antisatélite y negó que fuera a ayudar a la posición negociadora de EE.UU. "¿Cuál hubiera sido nuestra respuesta, se preguntó Warnke, si los soviéticos hubieran experimentado con éxito un arma que les concede una superioridad en el espacio alegando que sirve para ablandar nuestras posiciones? ¿No hubiéramos tratado de igualar sus capacidades?".

Warnke unió su firma ayer a la de otras personalidades, entre las que se encuentra el ex director de la CIA William Colby, el ex secretario de Estado, Cyrus Vance, John Kenneth Galbraith y varios expertos en seguridad nacional, en una declaración que solicita a Reagan que busque una salida al problema del control de armamentos en su próxima entrevista con Mijail Gorbachov.

Los firmantes del documento critican la actitud de la Casa Blanca por presentar la cumbre como un mero encuentro para que se conozcan los dos líderes, y donde no se pueden alcanzar acuerdos importantes. En su declaración, proponen una moratoria en las pruebas ASAT, que se continúen respetando los acuerdos SALT II y mantener y reforzar el Tratado de Antimisiles Balísticos (ABM). El Congreso ha permitido al Gobierno dos nuevas pruebas antisatélites en los próximos 12 meses. Es dudoso que la siguiente sea realizada, por motivos técnicos, antes de la cumbre. La Fuerza Aérea estima que necesita ejecutar seis experimentos más para que el arma probada el viernes, y calificada por Weinberger de "sistema prometedor", sea operacional.

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Detalles técnicos

El histórico impacto de la primera prueba de un arma antisatélite contra un blanco real en el espacio se produjo a una altura de unas 300 millas (el dato exacto se mantiene en secreto) sobre un punto del océano Pacífico. Eran las 16.42 del viernes 13 de septiembre (hora de Washington), las 20.42 (hora peninsular), cuando cesaron simultáneamente las señales de telemetría del objetivo, un viejo satélite militar no operacional, y del arma ASAT, un prodigio de la miniaturización electrónica. Era la señal de que el proyectil había hecho blanco.

Hubo aplausos en la sala de radar de la base de Vanderberg, en California, desde donde horas antes había despegado un F-15 con el misil, de dos fases, colgado bajo su fuselaje.

Inmediatamente, la noticia le fue comunicada al presidente Ronald Reagan, que la esperaba en el despacho oval de la Casa Blanca, para montar en un helicóptero e iniciar su habitual fin de semana en el refugio presidencial de las montañas de Camp David.

Los periodistas tuvieron que esperar aún 45 minutos, hasta que el teniente general Bernard Randolph, segundo jefe del Gabinete de Investigación de la Fuerza Aérea, conteniendo a duras penas la euforia, les comunicara en el Pentágono que la prueba había sido un éxito completo.

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