Guillermo Gonzadez y su definición de los estilos
Concierto extraordinario.
Ciclo Caja Postal de Ahorros. Pianista: Guillermo González (Tenerife, 1945). Obras de Bach (Toccala), sonatas de Scarlatti y Haydn y Suite, de Haendel.
Salón de actos de la Caja Postal de Ahorros. Madrid, 9 de septiembre.
Como avanzada del curso musical, que tan rico se anuncia, la Caja Postal de Ahorros continúa sus series de música de cámara, este año especialmente dedicadas al gran tricentenario. Así, el pianista Guillermo González tocó el lunes un programa con obras de Bach, Haendel y Scarlatti, a la que añadió el nombre de Haydn, un paso más y decisivo en la historia, como apuntó el comentarista y asesor de estas actividades, Luciano González Sarmiento.Escuchar a Guillermo González supone siempre una fiesta musical. Ante sus versiones nos olvidamos del piano virtuosista y los problemas que entraña, pues el intérprete tinerfeño lo supedita todo a la idea musical; para él el acto interpretativo es, ante todo, expresividad, pues, gracias a ella, se hace posible la comunicación.
En los conciertos de Guillermo González el clima queda establecido desde el primer momento. Comenzó la Toecata en re, de Bach y el público, inconscientemente, se sintió frente a algo distinto. Quizá sin esa involuntaria vocación diferencial no existen posibilidades de intérprete-creador, el único verdaderamente válido y trascendente.
En Juan Sebastián Bach, en este Bach sobre el que convergen los modos italianos y franceses de cámara, la actitud del pianista debe ser peculiar: se trata de una especie de desmitificación y una búsqueda del hombre cotidiano. Se olvida que, incluso en sus grandes obras religiosas, Juan Sebastián Bach fue exactamente el gran artesano, cumplidor de su destino a través deuna tarea funcional y diaria.
Música y vida se identifican en grado máximo y cuanto el genio del compositor nos dio parece simple y natural emanación, voluntarioso cumplimiento de una tarea.
Padre de la sinfonía
Desde la Toccata, de Juan Sebastián Bach, según lo entiende Guillermo González -diáfana, arretórica, a veces inclinada a lo organístico, en ocasiones a un clavecinismo galante- el paso a Haydn se hace sin esfuerzo. Guillermo, González acerca y diferencia los estilos como pocos pianistas: explica cada obra, cada autor y, al mismo tiempo, el curso de la evolución histórica.
Este Haydn maravilloso, no se sabe si padre de la sinfonía, como la retórica barata dijo, pero desde luego padre musical de Beethoven, exige puntos de vista técnicos y estéticos de gran dificultad. Dar con talante verídico es, en Haydn, algo así como pasear sobre el filo de la navaja.
No es el caso de Scarlatti, tan alto ejemplo de lo mediterráneo que lo suyo es, por esencia, la definición, la precisión de contornos tan firmes como las ideas, el gusto por una ornamentación mesurada y una arquitectura que, dentro de su regularidad, alberga no escasa dosis de irregularidad. He aquí la gran diferencia con su gran seguidor hispano, Antonio Soler.
Cuatro sonatas
En las cuatro sonatas tocadas por Guillermo González de manera primorosa, acentuando el sustrato español (madrileño) de algunas ideas, la imagen del gran clásico de la música italiana y española resplandeció en sus varias dimensiones. Para terminar, Haendel en una de sus más hermosas suites, la número 7, en sí menor. La intensa emoción de la zarabanda, la gracia de la giga,, contrastan con la grandeza de un passacaglia cuyas variaciones constituyen un prodigio de imaginacion.
No es Guillermo González, profesor buscado y concertista de amplio espectro, hombre que se autopromocione, sino todo lo contrario. Es, sin embargo, una de las más interesants figuras del pianismo español actual. El éxito le acompaña, como ayer, donde actúa.
Babelia
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