Apuntes de un perdedor
Si hay alguien que ejemplifique a la perfección el papel de gran perdedor en el fastuoso mundo del celuloide norteamericano, ése es Francis Ford Coppola. Sin embargo, su malditismo es más económico que vital.Una formación universitaria en lo teórico y próxima al submundo de la serie B en lo práctico. Unos inicios prometedores que comenzaron a cuajar al producir American graffiti, dirigida por Georges Lucas. El alarde profesional de La conversación, el deslumbramiento mundial ante El Padrino y el gran salto al vacío: la producción y dirección de Apocalypse now.
Después, la locura: la ampliación de Zoetrope Studios; contratos por doquier y todo ello mientras preparaba minuciosamente la que sería su tumba financiera, una bellísima historia de amor: Corazonada.
Reconstruyó Las Vegas en un estudio, utilizó la tecnología más avanzada, declaró su admiración por Tom Waits. El resultado fue una de las mayores bofetadas económicas que se recuerdan. Desde entonces Coppola trabaja como un asalariado de lujo. Outsiders, La ley de la calle y la recién estrenada Cotton Club son algunos ejemplos. de su talento como cineasta.
Su vocación cinematográfica está por encima de toda sospecha, al igual que su fascinación por el riesgo y la experimentación del lenguaje cinematográfico. Rimbaud, Van Gogh, Scott Fitzgerald, James Dean y algunos más seguirán sin sentarle a su mesa, pero el resto de los mortales podremos seguir disfrutando de sus ensoñaciones. Lo uno por lo otro.
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