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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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¿El final de una obra bien hecha?

La ley de Incompatibilidades puede tener consecuencias nefastas para las facultades de Medicina, según explica el autor de este artículo, en el que hace balance de las dificultades superadas por la facultad de la Autónoma madrileña en sus 16 años de existencia, y el muy aceptable nivel docente conseguido. La separación entre asistencia médica y enseñanza, que conlleva la aplicación de las incompatibilidades, puede terminar con la labor realizada en todo este tiempo.

La facultad de Medicina de la universidad Autónoma de Madrid, en sus 16 años de existencia, ha prestado un servicio a la sociedad que, para no ser tachados de triunfalistas, podemos calificar de honroso. En este tiempo se han graduado en ella cerca de 3.000 médicos, muchos de los cuales ocupan ya altos puestos en las escalas docentes y hospitalarias dentro y fuera del país. El muy aceptable nivel de conocimientos y oficio clínico adquirido por nuestros alumnos en su paso por la facultad es refrendado por los buenos resultados que obtienen cuando se presentan a las pruebas, tanto nacionales como extranjeras, diseñadas para evaluar el grado de formación médica de los candidatos.Las causas del éxito de nuestra facultad son, a mi entender, primero, el establecimiento desde su fundación de unos objetivos institucionales claramente definidos y, segundo, los métodos docentes utilizados para conseguirlo.

Desde el primer momento la facultad definió que su objetivo fundamental era la formación de un médico práctico con vastos conocimientos científicos capaz de ejercer con éxito y eficacia la asistencia primaria y de seguir autoformándose. El establecimiento de este objetivo conllevó inmediatamente el diseño del currículum más adecuado para su cumplimiento, en el cual, y de manera proporcionada, figuran todas aquellas disciplinas necesarias para conseguir tal fin. El vertiginoso avance de los conocimientos obliga a que este currículum no sea estático, sino que deba ser reformado cada poco tiempo.

La característica más distintiva del método docente empleado ha sido la preponderancia que desde el principio se dio a la enseñanza práctica y clínica.

En los cursos básicos especialmente en el área morfológica (anatomía, histología, etcétera), el tiempo dedicado a las prácticas casi es. igual que el dedicado a la enseñanza teórica.

En los cursos clínicos, la enseñanza clínica adquiere una particular relevancia.

Si lo que pretendemos transmitir es una medicina práctica, ésta sólo se puede adquirir en las clínicas y no en las aulas.

Nuestra facultad fue fundada sobre unos hospitales de primera línea y su plantilla asistencial formó la docente. De esta manera se consiguió una total integración docente asistencial absolutamente básica para desarrollar este tipo de docencia.

Otra característica no menos notable de nuestro método docente es la coordinación de la enseñanza. En cada curso funciona una comisión integrada por profesores representantes de las disciplinas de cada curso y por alumnos, la cual tiene como fines fundamentales elaborar el programa, establecer rigurosamente el horario y diseñar las pruebas de evaluación y calificar a los alumnos (naturalmente, éstos no intervienen en las dos últimas funciones). De esta manera se evita la excesiva independencia, a veces anárquica, de las asignaturas, se da la debida proporción a cada una de las partes del programa y no se producen las frecuentes reiteraciones de temas.

Toda esta labor no hubiera sido posible sin la entusiasta y a veces heroica labor del personal de nuestros hospitales asociados. Todos ellos comprendieron desde el primer momento la importancia que para la formación de buenos médicos iba a tener este sistema de enseñanza revolucionaria en nuestro país, y su colaboración fue prácticamente incondicional, colaboración que ha resistido, en la mayoría, el paso de estos 16 años. Por otra parte, la compensación económica que ha recibido este profesorado entusiasta ha sido realmente exigua.

Pero he aquí que todo este edificio montado por la ilusión y el entusiasmo de unos cuantos médicos de hospital que sentían la necesidad urgente de cambiar los sistemas docentes de la Medicina se está empezando a agrietar y amenaza ruina. Actúa como terremoto agitador de sus cimientos la legislación últimamente emanada.

La ley de Reforma Universitaria contempla la enseñanza de la Medicina desde una óptica absolutamente diferente a la nuestra. Concatenándola a la docencia de cualquier otra facultad, señala a las aulas como el local más. importante de aprendizaje y califica a los hospitales como lugares donde los alumnos de Medicina y Enfermería van a hacer prácticas. En consecuencia con ello, establece unas categorías de profesores, todos funcionarios, difícilmente adaptables a nuestro sistema de enseñanza.

El corsé de la ley

El acuerdo entre los ministerios de Educación y Ciencia y de Sanidad y Consumo "para asegurar la docencia práctica de los alumnos de Medicina y Enfermería", varias veces intentado y otras tantas fallido, está ahora enormemente dificultado por el corsé que le impone la reciente ley de Incompatibilidades. Paradójicamente, de llevarse ésta a la práctica más estricta, puedégenerar lo que para una facultad de Medicina moderna es la máxima incompatibilidad: la separación de la docencia y la asistencia.

Para los que hemos intervenido desde el primer momento en esta empresa ilusionada es enormemente triste ver cuán fácilmente puede venirse abajo. Si el sistema progresista en enseñanza de la Medicina de esta facultad no puede seguir llevándose a cabo, no cabe duda que significará un importante paso atrás de la medicina de este país.

La facultad de Medicina de la universidad Autónoma de Madrid, isla que emergió un día en un mar proceloso y que ha resistido sus múltiples embates, puede llegar a ser destruida por una ley impersonal que con una óptica estricta no hace distingos y se queda en la superficie sin profundizar en el fondo de los problemas.

A. Cerdán Valllejo es decano de la facultad de Medicina de la UAM.

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