16 guardias civiles y dos paisanos, resultaron heridos en el atentado perpetrado ayer por ETA Militar
ETA Militar reivindicó en la tarde de ayer el atentado perpetrado a las 7.20, en el que 16 guardias civiles y dos paisanos resultaron heridos -tres de ellos de gravedad- al ser alcanzado un autobús de la Guardia Civil por la explosión de un coche bomba, cargado con 10 kilos de explosivos y metralla, en la plaza de la República Argentina, -de Madrid. Los terroristas, dos hombres y una mujer, huyeron en un taxi robado poco antes a punta de pistola, que fue hallado luego en la calle del Conde de Peñalver, con el taxista maniatado y amordazado en el maletero.
La secuencia del atentado se inició a las 6.10, cuando un hombre y una mujer de unos 30 años de edad tomaron un taxi en la plaza de Lima, muy cercana al lugar del atentado, y se dirigieron al puente de los Franceses. Allí, tras recoger a un tercer pasajero, otro hombre joven, los terroristas, que se identificaron como etarras maniataron y amordazaron al taxista, al que encerraron en el maletero de su vehículo, según declaró el conductor del taxi, que, tras ser liberado, fue trasladado a la Brigada Regional de Información.Desde el puente de los Franceses, los terroristas se dirigieron a la plaza de la República Argentina, y aparcaron el taxi, matrícula M-4386-FB, en la calle de Vitruvio, que forma un pequeño triángulo de asfalto en la confluencia de la calle de Carbonero y Sol y la propia plaza. En la esquina de Carbonero y Sol y la plaza, al pie de un semáforo, estaba aparcado el coche bomba cargado con 10 kilos de Goma 2.
A las 7.20 pasó junto al Peugeot un microbús de la Guardia Civil, matrícula PGC-0331-P, adscrito al Parque Móvil de Príncipe de Vergara, ocupado por 24 agentes que iban a relevar a los compañeros encargados del servicio de vigilancia de la embajada soviética, situada en las cercanías. El microbús iba escoltado por un Renault 4, ocupado por tres agentes, que quedó detenido en la plaza por un semáforo y el microbús la atravesó solo.
La explosión del coche bomba, detonada presumiblemente desde el taxi, alcanzó al vehículo en la parte anterior derecha. El conductor perdió el control del vehículo y fue a estrellarse contra una acacia en la esquina de Carbonero y, Sol y Vitruvio. El microbús quedó casi completamente destrozado: las puertas retorcidas por la explosión, todos los cristales rotos y la carrocería y los asientos desgarrados por grandes trozos de metralla. Según el testimonio de uno de los guardias heridos, cuando pudieron bajar del autobús, aún conmocionados y muchos de ellos heridos, fueron, tiroteados por los terroristas y respondieron a la agresión con sus armas. También los guardias civiles que montaban guardia ante la Embajada de la URSS, en la calle del Maestro Ripoll, 14, dispararon contra un vehículo que huía. En el lugar del suceso se recogieron unos 30 casquillos de bala, de munición Santa Bárbara, utilizada por la Guardia Civil, y tres del calibre 9 milímetros Parabellum, munición utilizada por ETA.
Herida la mujer del comando
Algunos testigos afirmaron que la mujer integrante del comando resultó herida por los disparos de los agentes. El guardia civil herido citado antes declaró ayer que él creyó ver a cuatro o cinco personas, y que algunas huyeron en un coche azul conducido por un hombre moreno de pelo ondulado.
Ocho guardias civiles que resultaron heridos de consideración -dos, Ángel Larios Rivero y Juan Antonio Corredor Pérez en estado grave- fueron trasladados al Hospital de la Cruz Roja. Al Hospital Provincial fueron evacuados ocho guardias civiles, que presentaban heridas leves. Al primer centro se trasladó también a Eugene Brown, de 40 años de edad, directivo de la multinacional Jhonson and Jhonson, que resultó alcanzado de gravedad por la metralla en el cuello, a la altura de la carótida. Otro paisano, Alfonso Trillo Bernabéu, de 38 años, soltero, vecino de Alcobendas, que fue alcanzado en el hombro derecho fue trasladado al Hospital Provincial.
El vehículo utilizado como coche bomba, un Peugeot 505, matrícula M-1716-FB, de color gris metalizado, quedó convertido en un amasijo de hierros retorcidos, y la plaza, sembrada de cristales rotos, hierros y planchas de metal arrancadas del coche bomba y ramas de árboles desgajados por la explosión. Los cristales de los edificios cercanos, incluso a unos 60 metros de distancia, fueron rotos por la onda explosiva. En la acera izquierda de la calle de Carbonero y Sol se apreciaba un enorme reguero de sangre, a lo largo de casi 30 metros, dejado por dos guardias civiles heridos.
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