George Miller: "El cine tiene que llegar de forma visceral"
George Miller, nacido en Australia en 1945, fue una revelación cinematográfica en 1979 con su película Mad Max. Se trataba de la historia de un hombre cuya familia había sido asesinada, lanzado a un mundo violento en el que tenía que superar múltiples obstáculos individualmente. El éxito del filme llevó a Miller a realizar una segunda entrega y una tercera, Mad Max más allá de la cúpula del trueno, que se estrenará a primeros de octubre. Miller insiste en que su personaje es un nihilista con fondo humano cuyo principal objetivo es sobrevivir, y asegura que la función del cine es llegar de una forma visceral antes que a la cabeza.
En este último filme el protagonista aparece en una ciudad creada en el desierto. El apocalipsis se ha producido hace años, y del pasado primitivo del hombre y de los vestigios tecnológicos ha nacido una sociedad jerárquica y feudal, en la que la muerte no tiene mucho valor. A esta ciudad se contrapone una tribu habitada por niños que esperan un salvador. Éste es Mad Max. "Queríamos saber", dice Miller, "lo que haría un hombre nihilista al encontrar a una tribu de niños, un hombre quemado por la experiencia que se incorpora a un mundo en el que existe una esperanza de regenerar el universo. La historia es sobre la entereza del individuo por decepcionante o terrible que la realidad pueda ser. Se trata de decir que sobreviviremos y decirlo incluso con un cierto optimismo".Miller no se plantea las cuestiones de la violencia en sus filmes ni quiere buscarles un sustrato literario. Las referencias nacen de su trayectoria personal, de historias de los comics y de películas de samurais o westems.
Su cine es un proceso efervescente y trepidante. "En mis argumente", señala, "enteramente de ficción, no me veo limitado por una realidad contemporánea. Uno se puede permitir así enloquecerse un poco. Yo nunca he creído mucho en el inconsciente hasta que empecé a hacer cine. Ahí-uno no tiene opción: las cosas se producen de forma efervescente. No intento realizar películas con el intelecto. Llegado el momento de la verdad sólo cuentan los instintos".
Arquetipos intercambiables
La historia de Miller surge de arquetipos, elaborados e intercambiábles: el samurai, el héroe de un western, el vikingo o el indio vaga-bundo. "En este nuevo Mad Max no hay una historia de amor", afirma, "no hay sexo porque en un mundo caótico no hay tiempo para recrear el sexo ni para las diversiones, excepto en el mundo de los niños. En un mundo apocalíptico, de guerra, el sexo tendría que ser posiblem.ente una violación, por ejemplo.
Miller no cree en las historias ingenuas. En las tres cintas de Mad Max hay muertes violentas y la agresividad se convierte en un espectáculo. "El cine te tiene que llegar visceralmente", dice, "es un sueño público. Uno mira la película en un lugar oscuro, con extraños, y lo que se ve cumple la misma función en el inconsciente colectivo que los sueños a nivel individual. Ésta es su función". La crítica se sorprendió ante la primera entrega de Mad Max por la sabiduría cinematográfica de un autor sin mucha experiencia. "Vi muchas películas", dice. "Donde realmente se aprende es en las salas de proyección".
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