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Socorro Delgado volvía entusiasmada de su experiencia en Nicaragua

El cuerpo sin vida de María del Socorro Delgado Cabras yace en el interior del ataúd, envuelta en unos vendajes blancos. En el rostro se le aprecian algunas magulladuras. Alguien la recuerda en la semipenumbra del ferrocarril, en pie, reponiéndose del primer encontronazo, para caer después al suelo como consecuencia del choque con el otro tren.María del Socorro, de 38 años de edad, administrativa en la residencia de la Seguridad Social del Valle Hebrón, en Barcelona, regresaba entusiasmada de Nicaragua y durante el viaje no había dejado de hablar de su experiencia y de su hija de seis años, que la esperaba en Barcelona. En su mochila, antes de salir de Nicaragua, había colocado un pequeño muñeco de trapo, simulando un campesino revolucionario. Era un regalo para su hija. "Aquí, en este país, los niños ayudan a sus papás", le había escrito a su hija en la última carta.

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Socorro formaba parte de un grupo de siete voluntarios catalanes que habían permanecido en Nicaragua trabajando en favor de la revolución de aquel país. Entre este grupo se encontraban también un médico en paro y un profesor de instituto.

Hoy, estos voluntarios permanecen internados en el hospital de Châteauroux. El más grave es Leopoldo Madriñá, quien se encuentra en un hospital de Limoges con una importante lesión en la columna vertebral.

Por un momento, los heridos españoles han dejado de hablar de Soco y del accidente para atender a los voluntarios de la Cruz Roja que han irrumpido en la habitación para traerles ropa con la que poder vestirse para emprender el viaje a España una vez el médico les haya dado de alta.

De Eduardo Pedro Juliá Rabionet, de 25 años de edad, artesano y taxista, nadie sabe nada. Sólo que nació en España y que reside en el departamento del Marni. Sus familiares llegaron el domingo por la mañana a Argenton y se llevaron el féretro.

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