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Reportaje:La peste del siglo XX

Los mitos del contagio

El aislamiento del virus a partir de saliva, cerebro, semen, lágrimas o su transferencia experimental a macrófagos pulmonares indica que posiblemente. el virus pueda infectar o estar presente en otras células del organismo además del linfocito T4. No obstante, su transmisión es fundamentalmente sanguínea y secundariamente sexual, interpretándose que ésta se realiza penetrando por lesiones en las mucosas acompañadas de pequeñas heridas o erosiones. Desde el punto de vista real, son los mismos mecanismos de infección conocidos y que finalmente se reducen a uno, la penetración del virus del sujeto infectado en la sangre del individuo sano.A este respecto es demostrativo y tranquilizador el referir que en EE UU de 85 personas que por su trabajo (enfermeras, auxiliares, médicos, etcétera) han estado conviviendo durante un período de dos años de forma continuada con estos enfermos y entrando en contacto directo con distintos líquidos orgánicos del paciente, ninguna se ha infectado, De ellas, 30 se pincharon accidentalmente con agujas infectadas al extraer o manipular la sangre de enfermos y ninguna ha mostrado infección ni enfermedad. Sólo en una enfermera inglesa se ha descubierto infección por el virus, que no enfermedad, después de inocularse accidentalmente sangre contaminada.

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Todo esto indica que la transmisión del virus por 9tras vías que las mencionadas es, hoy por hoy, inexistente.

Por otra parte, en ciertos episodios en los que existe un grupo significativo de casos no incluibles en alguno de los denominados grupos de riesgo, como en Belle-Glade, Florida, o en algunos países de África Central, la investigación más detallada parece indicar su posible adscripción a grupos de riesgo en el primer caso y la posible existencia de transmisión por la administración de inyecciones con la misma aguja y jeringa en el otro. La transmisión por artrópodos, mosquitos especialmente, no ha sido comprobada. Conociendo el agente etiológico, las vías de transmisión y los grupos de riesgo, esto es, aquellos colectivos en los que se han detectado mayoritariamente los casos, las medidas preventivas son fácilmente deducibles.

Conviene analizar el término grupos de riesgo en su connotación social. Dentro de esta denominación se incluyen fundamentalmente por orden de frecuencia en el número de casos detectados, homosexuales masculinos, drogadictos por vía intravenosa y hemofílicos. Conviene precisar que esta denominación es en cierta medida incorrecta y en algunos casos puede tener connotaciones discriminatorias, como las tuvo en otras épocas la de apestado. Y decimos que es incorrecta basándose en el hecho de que denominar grupo de riesgo a colectivos amplios por haberse presentado en ellos un número aún elevado de casos es cuando menos superficial. En el conjunto de todos los casos conocidos en el mundo, unos 13.000, más de un 90% se han presentado en EE UU y, sin embargo, no se considera como primer grupo de riesgo ser norteamericano. De la misma manera, conviene precisar que ser hemofílico en sí, homosexual, o hasta drogadicto por vía intravenosa no califica y, por ende, no debe ser objeto de discriminación ningún grupo social.

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