Fabius reitera el derecho de Francia a proteger sus intereses y asume el informe oficial sobre el 'Rainbow Warrior'
El primer ministro -francés, Laurent Fabius, lejos de pedir disculpas a Nueva Zelanda por el hundimiento del barco Rainbow Warrior, de la organización ecologista Greenpeace, tal como lo había solicitado su primer ministro, David Unge, reafirmó ayer el derecho de Francia a proteger sus intereses, incluso a través de misiones de información en otros países. Fabius asumió en lo esencial las conclusiones de la investigación oficial francesa encargada a Bernard Tricot, que fue colaborador del general Charles de Gaulle.
"Tenemos como potencia nuclear y como potencia del Pacífico, que defender lo que consideramos los intereses de Francia en esa región. Ahora bien, existen comportamientos contrarios a estos intereses. Nadie, en particular, entre quienes los animan puede extrañarse de que estemos vigilantes", subrayó en una declaración oficial ante la Prensa Fabius, en. una referencia implícita a Nueva Zelanda.El primer ministro francés manifestó que "corresponde a Nueva Zelanda comunicar a las autoridades judiciales francesas todos los datos que tenga en relación con este asunto", y que el Gobierno francés no quiere dejar nada en la sombra.
Fabius estimó que no hay, de momento ningún elemento que permita dudar de la inocencia de Francia en el atentado. Ésto no impide que los servicios secretos franceses (la DGSE) salgan quebrantados de este asunto que ha obligado al Gobierno a revelar -hecho sin precedentes- la identidad de varios oficiales y suboficiales de los servicios de información, así como la naturaleza de sus actividades en territorio de un país calificado por de "amigo" por Fabius. El primer minisiro dijo que iba a pedir al ministro de Defensa que "ponga remedio" a las "importantes carencias" en el funcionamiento de los servicios secretos que ha revelado el informe Tricot.
Hecho público el lunes en París, el informe Tricot exime de responsabilidad al Gobierno francés y a sus servicios secretos en el sabotaje contra el Rainbow Warrior, el pasado 10 de julio, en Auckland (Nueva Zeland , pero reconoce la presencia de agentes secretos en misión en el territorio neozelandés.
El Gobierno francés ha optado, por tanto, por la firmeza frente al primer ministro neozelandés, que ve en el informe Tricot una "afrenta a nuestra soberanía y a la integridad de nuestra nación, conocida por su neutralidad y su actitud constructiva en las relaciones internacionales".
Lange rechazó ayer las conclusiones de la investigación francesa sobre el hundimiento del barco insignia de Greenpeace, e insinuó la expulsión del país del embajador. "Esperamos las disculpas del Gobierno francés", si no, "la imagen de Francia se verá afectada diplomáticamente", añadió Lange, para quien eso es lo "mínirno" que se puede exigir.
El primer ministro neozelandés, que calificó el informe de "increíble", declaró a la emisora nacional, Radio Nueva Zelanda, que "no se puede tener un tipo de relación aceptable con otro país que te introduce a sus espías e ignora tus mandamientos de detencion por asesinato". Al parecer, las autoridades francesas se negaron en la noche del lunes al martes a cursar una demanda de extradición formulada por la policía neozelandesa contra los tres suboficiales franceses que formaban parte de la tripulación del velero Ouvea, según el comisario Allan Galbraith, encargado de la investigación en Nueva Zelanda.
Los franceses "tienen un singular don para salir rápidamente de Nueva Zelanda. Lo han demostrado recientemente", afirmó Lange en una clara referencia a los tres suboficiales franceses, y añadió que quizá el mismo principio pudiera aplicarse a los diplomáticos". Según Lange, el embajador de Francia en Wellington debiera ser llamado a París para discutir con las autoridades francesas el informe Tricot.
Graves contradicciones
Greenpeace, por su parte, en un comunicado remitido ayer a los medios informativos, señalaba la existencia de "graves contradicciones" en el informe oficial, y lo califica de "decepcionante".La organización ecologista se pregunta por qué los servicios secretos franceses "utilizaron buceadores de combate (a excepción de la capitana Dominique Prieur) para efectuar un reportaje fotográfico en una misión supuestamente informativa". Otra de las contradicciones es que el Ouvea salió "precipitadamente del puerto de Auckland en la víspera del atentado, el 9 de julio, a pesar del mal tiempo, y cuando el velero sufría una avería". El comunicado critica el hecho de que Tricot aceptara las declaraciones de las autoridades políticas y militares entrevistadas sin discusión.
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